Este 1 de agosto de 2025, Estados Unidos deportó a un grupo de 118 ciudadanos cubanos a la isla, en el que representa ya el séptimo vuelo de deportación del año.

Según el periodista Javier Díaz, del total de repatriados, 96 eran hombres y 22 mujeres.

Apenas pisaron suelo cubano, tres de ellos fueron arrestados por las autoridades del régimen debido a que tenían acusaciones pendientes por presuntos delitos cometidos antes de abandonar el país.

No se ha informado oficialmente sobre el tipo de cargos, pero organizaciones de derechos humanos han alertado anteriormente sobre la criminalización de quienes intentan emigrar de forma irregular, especialmente si tienen antecedentes de activismo político o han expresado posturas críticas al sistema.

Con este vuelo, suman 833 los cubanos deportados desde Estados Unidos a la isla en lo que va de 2025.

La cifra podría ser aún mayor si se incluyen los casos de repatriación frustrada, en los que el régimen cubano no acepta a los ciudadanos devueltos, lo que obliga a las autoridades migratorias estadounidenses a trasladarlos a terceros países como México o, en casos más excepcionales, a naciones como Sudán del Sur.

La creciente cifra de deportaciones refleja tanto el endurecimiento de las políticas migratorias de EE.UU. como la persistente crisis humanitaria, económica y social que empuja a miles de cubanos a salir del país cada año, a menudo arriesgando sus vidas por rutas marítimas o terrestres extremadamente peligrosas.

Pese a los acuerdos migratorios entre ambos gobiernos, las condiciones para los deportados suelen ser inciertas.

A muchos se les niega acceso a empleo, enfrentan vigilancia oportuna y algunos son sometidos a interrogatorios o detenciones arbitrarias.

Activistas y familiares denuncian que los deportados regresan a un país donde no solo escasea lo material, sino también las garantías de seguridad y libertad. Mientras tanto, los vuelos continúan y las historias detrás de cada rostro devuelto quedan, una vez más, fuera de la versión oficial.

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