En Miami, lejos de su tierra natal, un grupo de amigos originarios de Placetas y Caibarién encontró la manera perfecta de combinar nostalgia y sabor: una cena de cangrejos que evocó recuerdos de su infancia y juventud en Cuba.

La publicación en Facebook del cantante Eduardo Antonio refleja la emoción del momento. Muchos han sido los comentarios en relación con este acercamento al destacado artista.

Así Cruz María Romero Rosabal expresó: “Bendiciones Divo, qué riquera, me encantan los cangrejos, esas muelas llenas de salsa que riquera y compartir con amigos, eso no tiene nombre”, dejando claro que para ellos no se trata solo de la comida, sino de la conexión profunda que los une más allá de la distancia.

Los comentarios rápidamente se llenaron de afecto y buenos deseos, reflejando la calidez de una comunidad que, aunque dispersa por el mundo, sigue conectada por la memoria y la amistad. Desde saludos y bendiciones hasta bromas sobre el antojo de probar un bocado, cada mensaje reforzó la idea de que estos encuentros son mucho más que cenas: son espacios donde los recuerdos y la identidad se mezclan con la gastronomía.

Edilia Bosco, por ejemplo, escribió: “Saludos desde Placetas, disfruten y bendiciones", recordando que aunque el mar los separa de su tierra natal, los vínculos afectivos permanecen intactos.

La preparación de los cangrejos también se convirtió en protagonista de la velada. Algunos comentaron sobre la manera de disfrutarlos: mientras unos prefieren comerlos con todo el caparazón para absorber mejor los sabores, otros, como Rafael Rodríguez, disfrutan el cangrejo limpio en enchilado, evitando perder tiempo en pelarlos.

La gastronomía, en este contexto, no solo es un deleite para el paladar, sino un puente hacia las tradiciones de Placetas, un recordatorio del hogar que dejaron atrás y un símbolo de resistencia cultural en la diáspora cubana.

Entre risas, brindis y conversaciones cargadas de recuerdos, la cena de cangrejos en Miami se convirtió en una celebración de amistad, identidad y raíces. Cada plato compartido evocó historias de infancia, fiestas familiares y las calles de su pueblo natal.

Para estos cubanos, reunirse alrededor de la mesa no solo sació el hambre, sino que también llenó de alegría el corazón, reafirmando que la patria no siempre está en un lugar físico, sino en los lazos que se mantienen vivos con quienes compartieron los mejores años de la vida.

Recomendado para ti