El más reciente de los derrumbes ocurrió en un edificio histórico en la intersección de las calles Martí y Gonzalo de Quesada, frente al Parque de La Libertad. Este desplome se atribuye a las intensas lluvias que han azotado el occidente cubano, causando inundaciones en La Habana. Iván Hernández Carrillo, reportó el suceso en Facebook, compartiendo imágenes que muestran el colapso del techo y partes de las paredes y balcones.

Hernández Carrillo detalló que el edificio albergaba en el siglo XX la cafetería El Confite y la barbería de los Marrero. La parte superior, deshabitada y declarada en peligro de derrumbe, se vino abajo, afectando una cafetería particular en los bajos y una vivienda adyacente. Según Hernández Carrillo, las autoridades locales, que ahora se muestran preocupadas, ignoraron durante años el deterioro del edificio.

La familia que vivía en los bajos fue evacuada por los bomberos, y aunque su vivienda no sufrió daños aparentes, Hernández Carrillo espera que no se les permita regresar debido al peligro inminente de más colapsos. Insiste en que el edificio debe ser demolido completamente para evitar tragedias futuras.

En un suceso separado, una vivienda en la calle General Betancourt en el poblado de Alacranes, municipio Unión de Reyes, también se derrumbó parcialmente. Afortunadamente, el propietario no se encontraba en casa, evitando así una posible tragedia. La demolición total de este inmueble se llevó a cabo el sábado, aunque no se especificaron las causas del derrumbe.

Estos incidentes en Matanzas se suman a otros derrumbes reportados en La Habana en la última semana, uno de los cuales resultó en una persona fallecida y cuatro heridas. Esta ola de colapsos ha puesto de relieve el deterioro de las infraestructuras urbanas en Cuba, muchas de las cuales no han recibido el mantenimiento adecuado durante décadas.

En medio de esta crisis, el Gobierno cubano informó que en los primeros cinco meses de 2024 solo ha construido 3.579 viviendas, lo que representa apenas el 0,8% de las necesarias para cubrir un déficit de 800.000 viviendas. Este déficit ha generado un creciente descontento entre la población, especialmente entre las madres, que han protestado exigiendo soluciones habitacionales. Sin embargo, las autoridades han respondido principalmente con amenazas, priorizando en cambio el desarrollo del sector turístico.

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