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'Del ´¡Seremos como el Ché!´al despertar de una nación que ya no quiere callar' Padre Alberto Reyes

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 8 de noviembre de 2025

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El padre Alberto Reyes Pías ha vuelto a poner el dedo en la llaga con una de sus reflexiones más profundas y valientes. En su texto “He estado pensando”, el sacerdote camagüeyano desmonta, con lucidez y dolor, los mecanismos de domesticación ideológica que durante décadas moldearon la mente del pueblo cubano.

Su análisis parte de una observación tan sencilla como demoledora: si a un niño en España o Argentina le gritaran “¡Pioneros por el comunismo!”, no sabría qué responder; pero cualquier cubano criado en la Isla contestaría sin pensar: “¡Seremos como el Ché!”.

Esa reacción automática, explica el padre, no es casual. Es el resultado de un sistema totalitario que aplicó la “vulgarización” como método de control. Citando al propio Goebbels, ministro de propaganda nazi, recuerda que cuanto más grande es la masa a convencer, menor debe ser el esfuerzo mental que se le exija.

Así se consigue una sociedad obediente, incapaz de pensar por sí misma. La propaganda se convierte en un lenguaje simplificado, emocional, repetitivo, que divide el mundo en buenos y malos, y sustituye el pensamiento por el reflejo condicionado.

De ahí —como describe el sacerdote cubano— esa avalancha de consignas que marcaron generaciones: “Patria o muerte”, “Socialismo o muerte”, “Hasta la victoria siempre”, “Cuba sí, yanquis no”.

Frases que se repitieron hasta vaciarse de contenido, pero que sirvieron para mantener a millones de personas dentro de un marco mental donde cuestionar era traicionar. La doctrina no dejaba espacio para la reflexión ni la duda: el enemigo siempre era externo, los disidentes eran “mercenarios”, y los líderes, figuras casi sagradas.

El padre Alberto denuncia además el secuestro de los símbolos patrios, convertidos en herramientas ideológicas. Ser patriota se confundió con ser “revolucionario”, y criticar al gobierno pasó a verse como un acto antipatriótico. Así, Cuba se hundió en una paradoja: un país que gritaba por su libertad mientras obedecía sin pensar.

Las reacciones a su publicación han sido tan numerosas como emocionadas. Muchos cubanos, dentro y fuera de la Isla, coincidieron en que sus palabras describen una verdad que duele, pero que libera. “Fuimos formados para repetir consignas, no para pensar”, escribió uno de los comentaristas. Otro añadió: “El despertar es lento, pero se mueve”.

Y esa parece ser la esencia del mensaje... ¡despertar! Mirar atrás, reconocer la manipulación y atreverse a pensar por cuenta propia. Porque, como subraya el clérigo, no se trata solo de entender cómo fuimos domesticados, sino de impedir que volvamos a serlo. Después de tantos años de consignas vacías y obediencia impuesta, las palabras del padre Alberto resuenan como un llamado urgente a la conciencia nacional: dejar de repetir, para por fin empezar a pensar.



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