En los últimos días, las redes sociales se llenaron de indignación tras la emisión del programa televisivo "Cuadrando la Caja", dedicado a la producción de alimentos en Cuba. La doctora Alina Bárbara López Hernández y el profesor Mauricio De Miranda Parrondo ofrecieron reflexiones que, aunque distintas en estilo, convergen en un mismo punto: la falta de respeto hacia los cubanos y la gravedad de la crisis alimentaria que vive el país.

Alina señala que no se trataba de un bullying ni de una campaña en contra de alguien, sino de la respuesta digna de tantas personas que se sintieron despreciadas por la manera en que el programa abordó temas vitales como la producción y venta de alimentos. Su crítica apuntó a un patrón de desconsideración que, a su juicio, se repite en los medios oficiales: trivializar los problemas del pueblo y justificar decisiones económicas controvertidas, como la venta de productos agrícolas en dólares, mientras la mayoría de los cubanos no tiene acceso a estas divisas.

Parrondo, tras analizar el programa completo, criticó fuertemente las afirmaciones de uno de los invitados, identificado como doctor en ciencias, quien sostuvo que los cubanos "comemos demasiada papa y demasiado arroz", sugiriendo que nuestros hábitos alimenticios eran incorrectos porque la papa no es originaria de Cuba y en cuanto al arroz, que no éramos “asiáticos”.

Para Parrondo, estas ideas carecen de sentido en cualquier economía funcional, y resultan ofensivas cuando gran parte de la población pasa hambre. Además, el comentario del representante de la agroindustria sobre la necesidad de vender productos en dólares para recaudar fondos que permitan relanzar la industria alimenticia evidenció la persistencia de un modelo de extracción de rentas que, en un país empobrecido, deja a los ciudadanos sin alternativas reales de consumo.

El profesor enfatizó que el programa es un ejemplo más del desprecio que los medios oficiosos cubanos muestran hacia su público. Subrayó que este irrespeto no es casual, sino el resultado de décadas de decisiones políticas y económicas desacertadas que han impactado directamente en la agricultura y la producción de alimentos. Recordó ejemplos históricos, como las políticas agrícolas de Fidel Castro, que incluyeron experimentos fallidos en ganadería, café y caña de azúcar, y cómo estos errores han dejado una huella de déficit alimentario y pobreza que todavía persiste.

Alina y Parrondo coinciden en que no se trata solo de un debate académico, sino de un tema de dignidad y justicia social: mientras se critica al pueblo por sus hábitos de consumo, muchos cubanos se acuestan sin comer. La indignación compartida por ambos refleja un llamado a detener la inmoralidad, la desvergüenza y el desprecio institucionalizado, y a reconocer la realidad concreta que viven los ciudadanos.

En sus palabras, la defensa de la dignidad y el derecho a la alimentación adecuada se convierte en un acto de resistencia frente a la indiferencia y las políticas que han fallado reiteradamente en Cuba.

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