Cuando las paredes guardan tus secretos: la casa que nunca se olvida
Redacción de CubitaNOW ~ lunes 6 de octubre de 2025

Eloísa García en el sitio "La Hora de Cuba" realiza una reflexión que motiva.
"Hay casas que no son solo paredes; son latidos, recuerdos que se quedan pegados al alma. Casas que huelen a infancia, a música y a los abrazos que nunca se olvidan. La mía fue así: un hogar lleno de ruido cálido, del que se escapan risas de niños jugando a esconderse entre muebles y cajas, del acordeón de mi abuelo acompañado por las voces de mi madre y mis tías, canciones que hoy nadie recuerda pero que un día fueron regalos de amor directo al corazón de mi abuela. Ese ruido envolvía y protegía, y todavía lo siento como un manto suave en los sueños.
"Ser cubano significa entender que una casa no se mide solo por su valor material. Cada rincón es un testigo de vidas entrelazadas, generaciones que se superponen. Mi hogar comenzó sólido, con paredes que olían a esperanza, pero la historia cambió con el tiempo.
"La primera grieta apareció cuando el Mariel se llevó al hijo mayor de mi abuela y la música enmudeció. Con los años, la ausencia se hizo silencio, y la casa empezó a envejecer con nosotros.
"Las lluvias filtraban el techo y aprendimos a encontrar abrigo incluso bajo el aguacero. La pintura descascarada, los azulejos rotos y las tuberías quebradas pasaron a un segundo plano frente a lo esencial: la comida, la familia, el calor de un hogar que aún resistía. Mi abuela horneaba pasteles que marcaban cumpleaños que nunca pude aprender a preparar, y esos olores, esos sabores, siguen vivos en mi memoria.
"Aunque los fines de año continuaban, eran ecos de lo que una vez fue. La mesa se llenaba de voces que llegaban por el celular desde distintos rincones del mundo, mientras las sillas vacías recordaban la distancia y la ausencia. Con el tiempo, la casa quedó sola, sostenida apenas por muletas de madera que imitaban la resistencia de un cuerpo cansado.
"Una casa es más que refugio: es identidad, raíz, es la forma más íntima de reconocernos. Y cuando una casa se pierde, también se pierde un pedazo de quienes fuimos. La mía está casi desaparecida, pero aún escucho las risas, huelo los pasteles, siento el acordeón y las canciones que marcaron generaciones.
"Porque al final, una casa verdadera no se olvida. Nos habita, nos protege y nos recuerda que los recuerdos, los afectos y la historia de quienes amamos nunca desaparecen del todo!