Aprobadas nuevas normas destinadas a eliminar políticas de inclusión y diversidad en Ejército Estadounidense
Redacción de CubitaNOW ~ miércoles 1 de octubre de 2025

La base del Cuerpo de Marines en Quantico, Virginia, fue testigo de un evento sin precedentes que dejó a muchos boquiabiertos: más de 800 altos mandos militares de Estados Unidos fueron convocados de manera urgente para asistir a un encuentro que combinó política, ideología y un fuerte mensaje de disciplina militar.
La reunión, convocada por Pete Hegseth, Secretario de Guerra y con la participación sorpresiva del presidente Donald Trump, presentó una serie de directivas que buscan transformar radicalmente la cultura interna de las Fuerzas Armadas.
Hegseth, conocido por su cruzada contra lo que llama el “Departamento Woke”, anunció un paquete de diez nuevas normas destinadas a endurecer los estándares físicos, eliminar políticas de inclusión y diversidad y restaurar un “ethos guerrero” que, según él, se había perdido en las últimas décadas.
Entre los puntos más polémicos destacan la eliminación de barbas y cabellos largos, exámenes físicos obligatorios dos veces al año y la supresión de políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI).
Además, propuso levantar restricciones sobre novatadas y endurecer las reglas de disciplina, buscando un ejército más rígido, uniforme y, según sus palabras, “preparado para la guerra sin excusas”.
El discurso de Hegseth, que medios estadounidenses calificaron de mezcla entre monólogo motivacional y declaración de guerra cultural, incluyó fuertes críticas a líderes anteriores y una advertencia de futuras purgas en el alto mando.
“La era del liderazgo políticamente correcto termina hoy”, sentenció, enfatizando que las Fuerzas Armadas deben ajustarse al “más alto estándar masculino” y deshacerse de cualquier influencia ideológica que considere debilitante.
Trump aprovechó la ocasión para dar un giro político al evento. Propuso que ciudades con altos niveles de criminalidad sean convertidas en campos de entrenamiento militar y defendió el despliegue de la Guardia Nacional en lugares como Los Ángeles y Portland, en lo que describió como “una invasión desde adentro”.
Sus palabras marcaron un tono de militarización interna y de uso del ejército como instrumento de control político.
Lo sorprendente fue el silencio que predominó en la sala. Oficiales veteranos, algunos con experiencia en Irak y Afganistán, recibieron las directivas con evidente incomodidad. Fuentes internas describen una mezcla de malestar y humillación ante un discurso que muchos calificaron como “una charla TED disfrazada de orden militar”.
El costo del evento y la coincidencia con la fecha límite para evitar el cierre del gobierno federal generaron aún más tensión. Analistas advierten que mientras la cúpula militar recibe instrucciones ideológicas y ultraconservadoras, millones de miembros del servicio podrían quedar sin paga.
El impacto de lo ocurrido en Quantico va más allá de la retórica: marca un intento de redefinir el papel del ejército en la sociedad estadounidense. Ya no como una institución profesional y apolítica, sino como un cuerpo más homogéneo, obediente y alineado con la agenda política de sus líderes. Este evento promete ser recordado como un punto de inflexión que mezcla poder, disciplina y polémica en la historia de las Fuerzas Armadas de EE.UU.