Una profunda crisis sanitaria sacude las salas de urgencias de los hospitales cubanos, donde —según denuncias de profesionales del propio sistema de salud— mueren a diario más pacientes de los que reconoce oficialmente el Ministerio de Salud Pública (MINSAP). Así lo afirma un especialista de la institución, quien, por temor a represalias laborales, solicitó mantener el anonimato.
De acuerdo con esta fuente, las causas más comunes de los fallecimientos en emergencias no se limitan a las patologías en sí, sino a la falta de condiciones mínimas para ofrecer un tratamiento adecuado. “La mayoría de los pacientes muere por falta de medicinas para atender urgencias; otros por mala manipulación e higiene de los utensilios médicos, dígase reutilización de material médico que se debería desechar, pero que los médicos o enfermeros se ven obligados a reutilizar por la grave escasez. Esta práctica conduce a procesos infecciosos que complican las patologías de los pacientes o incluso los llevan a la muerte”, explicó.
La fuente también indicó que en las estadísticas oficiales sólo se registran las causas clínicas de muerte —como un paro cardíaco o una insuficiencia respiratoria— sin hacer mención a los factores estructurales y de precariedad que muchas veces precipitan el desenlace. “No se analizan las condiciones ―o falta de condiciones― hospitalarias que desembocaron en el deceso”, denunció.
Otro médico, especialista de una sala de urgencias en un hospital de La Habana, confirmó la gravedad de la situación. “Es cierto que fallecen muchos pacientes en urgencias porque no contamos con los medicamentos ni herramientas básicas para tratarlos”, afirmó.
Relató un caso concreto: “Hace unos meses me llegó una paciente de 40 y tantos años con una acidosis metabólica severa que le provocaba vómitos y diarreas; necesitaba algo tan simple como bicarbonato. Al final, la paciente murió porque no había”.
El mismo profesional detalló el nivel de carencias con el que se enfrenta el personal médico en su día a día. “Hace poco, en mi guardia, lo único que tenía era metronidazol y cefixima, pero estos no cubren gran cantidad de padecimientos. Nosotros estamos trabajando prácticamente sin nada: sin sonda vesical, sin sonda Levin, sin manitol; casi nunca hay drogas vasoactivas, no hay dipirona ni gravinol; los sueros son limitados… Pudiera seguir enumerando lo que no tenemos, así que es mejor decir lo que tenemos y ahorramos tiempo”, lamentó.
Estas declaraciones ponen en evidencia un colapso sistémico que va más allá de la escasez de insumos: se trata de una situación donde la desprotección institucional y la omisión deliberada de información empañan cualquier intento por transparentar la realidad que viven médicos y pacientes en la isla.
A pesar de que la totalidad de los fallecimientos en Cuba está registrada en los Anuarios Demográficos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), los informes oficiales ofrecen únicamente cifras generales y causas clínicas de muerte, omitiendo cualquier referencia a las condiciones reales que provocan muchos de esos decesos. Esta omisión sistemática impide comprender la verdadera dimensión del colapso sanitario que atraviesa el país.
El Anuario Demográfico de Cuba 2023 señala que, entre 2014 y 2023, fallecieron 1.135.614 personas en la Isla. En paralelo, la población cubana experimentó una reducción significativa —más de un millón de personas entre 2020 y 2023— debido fundamentalmente al éxodo migratorio. Sin embargo, lejos de disminuir, el número de defunciones ha seguido en aumento, incluso después del periodo crítico de la pandemia de COVID-19 (2020–2021).
Según testimonios de personal sanitario recogidos por CubaNet, la causa principal de este aumento de muertes, en un contexto de menor densidad poblacional, radica en el colapso del Sistema Nacional de Salud. Sin recursos, sin personal y sin medicamentos, el sistema público resulta incapaz de enfrentar desde urgencias críticas hasta enfermedades comunes.
Frente a esta realidad, los médicos se ven forzados a recurrir a alternativas que escapan de su control institucional. “Les tengo que decir que salgan a buscarlos; otra cosa no puedo hacer. Les digo el medicamento que se necesita y les indico que lo mejor que pueden hacer es buscarlo en el mercado informal, en los grupos de Revolico o en otros en los que venden de todo”, confesó un médico entrevistado.
Así, los grupos de compraventa de medicamentos proliferan en plataformas como Revolico, WhatsApp, Telegram y Facebook, donde se ofrece de todo: antibióticos, antihistamínicos, antidepresivos, antihipertensivos, vitaminas, inyectables e incluso material médico básico como jeringuillas y guantes, productos casi siempre ausentes en hospitales y policlínicos.
Los precios en este mercado paralelo varían según la oferta y la demanda. Por ejemplo, un bulbo de penicilina o Rocephin cuesta alrededor de 700 CUP (casi 2 USD). Para un tratamiento completo de siete a diez días, el paciente necesitaría al menos 21 bulbos, lo que implica un gasto de unos 14.700 CUP, equivalentes a más de 40 USD, es decir, aproximadamente siete veces el salario mínimo mensual en Cuba.
A esta crítica escasez de medicamentos se suma otro factor alarmante: la fuga masiva de profesionales del sector salud. Miles de médicos y enfermeros han abandonado sus puestos, ya sea emigrando o migrando hacia empleos en mipymes, donde las condiciones económicas y laborales resultan más favorables.
El resultado es un sistema desbordado, donde la salud pública depende cada vez más del acceso desigual al mercado informal y de la capacidad individual de costear lo que el Estado no puede garantizar.
Museo 'Carlos Baliño': símbolo traicionado en el centenario del Partido Comunista de Cuba
Hace 1 día