Las protestas contra las políticas migratorias del presidente Donald Trump siguen creciendo en Estados Unidos, con especial intensidad en Los Ángeles, donde miles de personas han salido nuevamente a las calles.
La ciudad ha vivido ya su sexta jornada consecutiva de movilizaciones y su segunda noche bajo toque de queda, decretado entre las 22:00 y las 6:00 por orden de la alcaldesa Karen Bass. A pesar de la fuerte presencia policial y militar, la participación ciudadana se ha mantenido firme, con manifestaciones mayoritariamente pacíficas, aunque se han registrado incidentes aislados de violencia.
El detonante de estas protestas ha sido una nueva serie de redadas contra inmigrantes indocumentados en California, impulsadas directamente por el gobierno federal. A raíz de estas acciones, ha sido desplegada la Guardia Nacional y unidades de marines en un intento por controlar las manifestaciones.
El mayor general Scott Sherman, al mando del operativo, informó que los soldados tienen autorización para detener temporalmente a civiles, aunque asegura que su intervención se limita a proteger instalaciones federales y personal del gobierno. Esta medida ha sido criticada por diversas organizaciones de derechos humanos y representantes locales, que acusan al gobierno federal de actuar con una lógica autoritaria.
“Más de un millar de personas se han manifestado desafiando el toque de queda, con un alto nivel de organización y sin los actos de vandalismo que marcaron días anteriores. La respuesta de las autoridades, sin embargo, ha sido contundente, con detenciones y presentación de cargos por delitos como conspiración, posesión de artefactos explosivos y agresión a agentes del orden", reflejan varias agencias.
La Fiscalía ha confirmado al menos 14 acusaciones federales y otras cinco adicionales a nivel del condado de Los Ángeles.
En paralelo, la ciudad de Spokane, en el estado de Washington, también ha adoptado un toque de queda debido a la convocatoria de protestas similares. Seattle, San Francisco, Houston, Chicago y Nueva York son otras ciudades que han registrado movilizaciones en los últimos días, lo que evidencia un movimiento de protesta que se expande más allá de California.
Desde la llegada de Trump a la presidencia, las políticas migratorias se endurecieron significativamente. Una semana después de asumir el cargo, ya había ordenado redadas masivas. Una reciente operación en San Diego reactivó el malestar en comunidades inmigrantes, lo que desembocó en la ola de protestas actual.
Frente a esto, organizaciones como la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA) han sido acusadas por algunos sectores del Senado de promover disturbios. Su directora, Angélica Salas, ha rechazado las acusaciones asegurando que seguirán documentando lo que califican como detenciones ilegales e inconstitucionales.
“No nos dejaremos intimidar por apoyar a las comunidades inmigrantes y denunciar la forma inhumana en que están siendo perseguidas”, ha afirmado Salas, una figura clave del activismo californiano.
La confrontación entre las autoridades federales y locales, especialmente con el gobernador Gavin Newsom, se ha agudizado, creando un escenario de tensión política que podría tener repercusiones nacionales.
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