La Serie Nacional de Béisbol sigue sumida en un caos que parece no tener fin. Ahora, dos nuevas decisiones disciplinarias vuelven a dejar al desnudo la falta de profesionalismo dentro del torneo más importante del deporte cubano. El propio jefe técnico de árbitros, Luis César Valdés, confirmó que el principal del juego en Holguín, Walberto Luna, fue separado momentáneamente de la competencia tras ordenar indebidamente sellar un partido… ¡por el sol!, alrededor de las 4:00 p.m. en el estadio Calixto García. Una medida incomprensible que provocó confusión en las gradas y dejó a miles sin saber qué estaba pasando. Al final, el juego tuvo que reanudarse por orden superior desde La Habana, demostrando una vez más que las decisiones en el terreno no siempre se ajustan al reglamento ni al sentido común.
El otro caso es el del árbitro Luis Figueredo, inicialmente señalado para recibir una amonestación pública por ignorar el reglamento durante un partido decidido por nocaut en el Cándido González. Sin embargo, la aparición de un árbitro suplente llevó también a su separación temporal del evento. En ambos casos, Valdés aclaró que no están suspendidos de manera definitiva, pero sí alejados de la competición durante varios días.
Lo que debería ser un campeonato organizado y respetado se ha convertido en una sucesión de episodios bochornosos: falta de iluminación, interrupciones absurdas, decisiones improvisadas, problemas logísticos y un cuerpo arbitral que parece navegar sin brújula. Más que sanciones aisladas, la Serie Nacional necesita una reforma urgente. Porque cada día que pasa, el deterioro es más visible… y más difícil de justificar.
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