La producción azucarera en Cuba atraviesa uno de sus peores momentos en décadas, con la provincia de Ciego de Ávila como ejemplo de una crisis que afecta al país entero. La siembra de caña, esencial para garantizar futuras zafras, continúa siendo un reto monumental debido a problemas estructurales y carencias que se repiten en todo el territorio nacional.
En Ciego de Ávila, apenas se ha alcanzado el 24% del plan previsto para las campañas de primavera y frío, según un informe presentado a Salvador Valdés Mesa, vicepresidente de la República. De las más de 7,500 hectáreas planificadas para sembrar, solo se han logrado cubrir 1,801 hasta el 22 de noviembre, siendo la falta de diésel la principal causa del incumplimiento.
Esta tendencia negativa no es exclusiva de Ciego de Ávila. A nivel nacional, las cifras de producción y siembra reflejan una profunda crisis en el sector azucarero, un pilar histórico de la economía cubana que ha caído en declive por décadas de desinversión, problemas organizativos y una grave escasez de recursos.
En el caso de la Empresa Azucarera Agroindustrial (EAA) Ciro Redondo, las áreas que debieron ser liberadas tras la pasada contienda permanecen inactivas, afectando la preparación para la zafra. Esto se suma a la incapacidad de otras empresas, como la Enrique Varona, para superar problemas organizativos y operativos.
A nivel nacional, la falta de insumos básicos como combustible, fertilizantes y maquinaria, combinada con un éxodo masivo de fuerza laboral capacitada, ha convertido la producción de azúcar en una tarea casi imposible. Provincias tradicionalmente azucareras como Villa Clara, Camagüey y Las Tunas enfrentan situaciones similares, con bajos niveles de siembra y fábricas que operan por debajo de su capacidad o permanecen cerradas.
La zafra azucarera de 2024 se perfila como una de las peores de la historia reciente de Cuba, con pronósticos que indican que el país no alcanzará ni una fracción de las metas fijadas. Este declive no solo impacta la economía nacional, sino que también agrava la escasez de alimentos y productos derivados del azúcar, como el ron, y afecta el suministro de energía, ya que muchas fábricas también producen electricidad a partir del bagazo.
La crisis de la zafra azucarera no es solo un reflejo de las dificultades en Ciego de Ávila, sino un síntoma del deterioro generalizado de una industria que alguna vez fue orgullo nacional. Sin soluciones a corto plazo, el futuro del azúcar cubano parece tan incierto como el de muchas otras áreas de la economía del país.
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