El humorista cubano Geonel Martín, conocido por su popular personaje Gustavito, dejó una de esas confesiones que suelen incomodar por lo honestas: la felicidad, dijo, no siempre coincide con el lugar donde se decide vivir.
Durante una entrevista en el podcast La Familia Cubana, el actor Lieter Ledesma le lanzó una pregunta directa: “¿dónde has sido más feliz, en Cuba o en Estados Unidos?”. Martín respondió sin titubeos: “En Cuba, hasta que vine para acá”. La frase sorprendió por su contundencia, pero el propio comediante se apresuró a explicar que el bienestar emocional no siempre basta cuando el futuro aprieta.
Cuando le repitieron la segunda pregunta inevitable —“¿y si eras feliz por qué viniste?”—, su respuesta giró hacia lo práctico y lo familiar: se marchó porque aspiraba a una vida mejor y porque, según dijo, sus hijos necesitaban crecer en un país con oportunidades, no en una Cuba que describió como “destruida”.
En la conversación, Martín también recordó uno de los episodios más intensos de sus últimas visitas a la Isla: una gira por Matanzas tras dos años sin presentarse en Cuba. Contó que realizó seis funciones pagadas a 600 dólares cada una, una cifra importante para aquel momento. Pero más allá del dinero, lo que lo desarmó fue el recibimiento. Relató que terminó llorando al ver una cola larga formada para verlo, una imagen que —según sus palabras— le confirmó el vínculo real que mantiene con su público.
Aun así, cuando Ledesma insinuó que ese cariño podía ser razón suficiente para quedarse, el humorista describió una sensación que muchos emigrados reconocen: una especie de tironeo constante entre dos mundos. Dijo que viajaba a Cuba y, pasadas dos semanas, quería volver a Estados Unidos; regresaba a Estados Unidos y, a los pocos días, sentía el impulso de volver a Cuba.
Sus palabras pintan con claridad el dilema de vivir “entre dos orillas”: el peso de los afectos y la identidad frente a la estabilidad y las oportunidades. Y detrás del humor, Geonel Martín dejó una idea incómoda pero común: se puede haber sido feliz en un lugar… y aun así entender que no alcanzaba para quedarse.
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