Durante una reciente visita a Guantánamo, el presidente Miguel Díaz-Canel recorrió zonas afectadas por desastres naturales y prometió acelerar la reconstrucción de viviendas y restablecer servicios básicos. Acompañado por militares y funcionarios, el mandatario mostró su apoyo a las familias perjudicadas, anunciando la entrega de 10,000 colchones y la reapertura de bodegas de alimentos. Sin embargo, los detalles sobre el uso y destino de los fondos de emergencia de la ONU siguen sin transparencia.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha lanzado un plan de respuesta humanitaria que busca recaudar 33 millones de dólares para aliviar los daños ocasionados por el huracán Óscar en la provincia de Guantánamo.
Hasta el momento, la entidad cuenta con seis millones de dólares de su Fondo Central de Respuesta a Emergencias (CERF), después de reunir los aportes adicionales de sus agencias y colaboradores internacionales. En busca de lograr el objetivo, la organización invitó a la comunidad internacional a sumarse a esta iniciativa en apoyo a las personas y áreas más perjudicadas.
En colaboración con el gobierno cubano, el plan de la ONU se concentra en seis áreas clave: provisión de agua, saneamiento e higiene; refugios temporales y reconstrucción de viviendas; educación; logística; atención sanitaria; y seguridad alimentaria y nutrición. La meta es cubrir las necesidades más urgentes de la población afectada, restaurar los servicios básicos y reactivar las zonas devastadas para que los habitantes puedan retomar sus medios de subsistencia.
Sin embargo, en su visita, Díaz-Canel no aclaró cómo ni cuándo se emplearán estos recursos, lo cual ha levantado dudas y críticas entre la población. Las promesas de un “Guantánamo más bello” y la insistencia en que la “Revolución no deja solo a nadie” se perciben como frases repetidas, sin una explicación precisa de cómo se ejecutarán las obras y se distribuirá la ayuda internacional.
Mientras las autoridades celebran una recuperación “ejemplar”, la falta de información concreta sobre el manejo de los fondos de la ONU añade incertidumbre sobre el futuro de las familias afectadas. La comunidad internacional y los propios cubanos cuestionan si estos recursos realmente llegarán a quienes lo necesitan o si, como en otras ocasiones, se perderán en la burocracia estatal.
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