Cuba vive este fin de semana del 21 y 22 de junio uno de los peores colapsos eléctricos de los últimos tiempos, con un déficit energético que superó los 1.880 megavatios (MW), afectando gravemente a millones de personas.
Esta cifra representa más de la mitad de la demanda nacional estimada en 3.500 MW durante el horario pico, lo que generó apagones masivos a lo largo del país y provocó un escenario de profundo malestar social.
Según la Unión Eléctrica (UNE), el colapso fue resultado de múltiples causas, aunque sobresalen las averías en unidades claves del sistema. La unidad 6 de la Central Termoeléctrica (CTE) Mariel y la unidad 2 de la CTE Felton se encuentran completamente fuera de servicio, mientras que varias otras plantas —como las de Santa Cruz, Cienfuegos y Renté— están en proceso de mantenimiento programado. Esta combinación de fallos y obras impidió responder de forma adecuada a la creciente demanda del sistema, típica de los meses de verano.
"El sábado 21 de junio marcó un punto crítico para el sistema eléctrico nacional, con una disponibilidad de solo 1.820 MW frente a una demanda mucho mayor, lo cual obligó a aplicar cortes prolongados e indiscriminados de electricidad en todo el territorio nacional."
Esta situación extrema no solo afectó a los hogares, sino también al sector industrial, el transporte urbano, hospitales y otras infraestructuras críticas.
El pronóstico para el domingo 22 de junio no trajo alivio. La UNE estimó una afectación apenas inferior, de 1.750 MW, lo cual confirmó que la crisis energética no era un hecho aislado, sino un reflejo de la fragilidad estructural del sistema de generación eléctrica en la Isla.
Mientras tanto, los ciudadanos reportaron apagones de más de 10 horas consecutivas, agravando las condiciones de vida en un contexto de calor extremo y escasez de productos básicos.
"La repetición de estos colapsos energéticos evidencia la falta de inversión sostenida en infraestructura, la obsolescencia de muchas de las plantas generadoras y la dependencia de combustibles que escasean por las sanciones internacionales y la mala planificación interna."
La desesperanza cunde entre la población, que ve en cada apagón no solo un corte de electricidad, sino un reflejo de una crisis mucho más amplia que afecta todos los aspectos de la vida diaria. El gobierno no ha anunciado medidas concretas para resolver la situación a corto plazo, y las proyecciones indican que las interrupciones continuarán mientras persista el deterioro del sistema.
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