El cantante cubano Cándido Fabre volvió a generar polémica tras pronunciarse sobre el caso del reguetonero Chocolate MC, declarado culpable en Estados Unidos por amenazar de muerte al presunto asesino de El Taiger. Fabre, en un mensaje cargado de indignación, arremetió contra la justicia norteamericana afirmando que se trata del “mal llamado país de la libertad, con muchas leyes pero muy poca justicia”. Sin embargo, sus palabras evidencian una contradicción que no pasa inadvertida para la diáspora cubana: mientras exige clemencia para un artista, guarda silencio absoluto sobre los miles de presos políticos que sufren condenas desproporcionadas en la Isla.
En su mensaje, Fabre convoca a los seguidores de Chocolate a “gritar bien alto” contra una presunta condena extrema y a oponerse a lo que describe como un acto de injusticia del sistema legal estadounidense. Pero el músico, fiel defensor del régimen cubano durante décadas, parece olvidar que en Cuba no se juzgan amenazas, sino opiniones. No se condena a personas por delitos comprobados, sino por expresarse, marchar pacíficamente o incluso por sostener un cartel pidiendo comida, agua o electricidad.
Resulta llamativo que Fabre nunca haya levantado su voz por los jóvenes manifestantes del 11 de Julio de 2021, muchos de ellos sentenciados a más de 20 años de prisión por salir a las calles desarmados a pedir libertad. Tampoco ha cuestionado la maquinaria represiva del régimen, que opera con un sistema judicial diseñado para cumplir intereses políticos y no para impartir justicia. En Cuba, las leyes no protegen derechos; protegen al poder.
Si Fabre considera injusto que Chocolate MC enfrente consecuencias legales en un país donde existe debido proceso, defensa, evidencia y supervisión judicial, ¿qué piensa entonces de los centenares de cubanos encarcelados sin garantías reales? ¿Dónde están sus denuncias por los menores condenados como adultos, por los opositores acusados de sedición sin pruebas, o por las familias que llevan años sin poder abrazar a sus hijos presos?
No está mal que el músico pida clemencia para Chocolate, como él mismo afirma desde “fuerza, amor y fe”. Lo cuestionable es que su compasión sea selectiva. La justicia no puede defenderse a ratos ni sólo cuando se trata de artistas famosos. También debería alcanzar a los obreros, estudiantes y ciudadanos que no cuentan con un micrófono ni con proyección mediática.
En Estados Unidos, a Chocolate MC se le juzga por un delito concreto: amenazar de muerte a una persona. Nadie lo condena por su música, sus opiniones políticas o por criticar al gobierno. La diferencia entre ambos sistemas es evidente. Mientras EE.UU. puede tener errores, en Cuba ni siquiera existe la posibilidad de cuestionar al poder sin pagar un precio devastador.
Si Cándido Fabre exige justicia, que la exija completa. Que incluya a los miles de cubanos que hoy cumplen penas absurdas por soñar con una libertad que en su país les ha sido negada. Sólo entonces sus palabras tendrían verdadera coherencia moral.
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