La abuela del cubano Leo Alejandro Doval Pérez de Prado, de solo 19 años, publicó unas emotivas palabras luego de la muerte de su nieto en el incendio de la zona industrial de Matanzas, adonde debió acudir como bombero en cumplimiento del Servicio Militar Obligatorio.
El deceso del joven se conoció a través de publicaciones en redes sociales, pues hasta el momento las autoridades de la isla no han mencionado las víctimas mortales, principalmente bomberos, dentro de las cuales se cuentan varios reclutas. Según los reportes oficiales, hay 14 desaparecidos a causa del siniestro.
“Solo un niño que iba a entrar en su etapa juvenil truncada. Destrozados sus sueños y proyectos de vida. Soñaba con ser neurocirujano y nos comentaba con entusiasmo sobre lo mismo”, expresó la abuela de Leo, cuyo perfil de Facebook indica que es egresado del IPVCE Carlos Marx, en Matanzas.
“Mi niño no es un mártir, es una víctima del Servicio Militar Obligatorio. Perdonen, el dolor no me permite continuar. Él no tenía que estar allí”, agregó. De acuerdo con otras publicaciones, Leo concluiría el servicio militar para comenzar la carrera de Medicina.
“Para los que no lo conocieron él quedará como un héroe, para los que lo conocimos quedará cómo el muchacho amante al Madrid, el que defendía a su equipo en cada partido a capa y espada, el fiel seguidor de Marvel, que decía que si no veías todas las películas en orden no eras un verdadero fan, el que le preguntabas oye y qué carrera vas a coger? Y te decía: medicina, - y no le tienes miedo a la sangre? - no, yo voy a ser un neurocirujano en potencia, el muchacho bonito de los ojos verdes!”, expresó una amiga.
“El que entrecerraba los ojos en las fotos, el que quería desde pequeño que le creciera la barba para lucir más serio. Pero más que eso una persona muy servicial, un gran amigo, un gran hijo, un gran hermano, un gran nieto, un gran sobrino, un buen estudiante, un soñador, simplemente un joven de 19 años con ganas de comerse el mundo. Y yo tuve el privilegio de conocerlo. Descansa en paz”, agregó.
Su caso no es el único que ha generado expresiones de dolor por la pérdida, así como la responsabilidad del gobierno cubano en obligar a jóvenes a tan arriesgadas faenas debido a la imposición del servicio militar. Familiares de Fabián Naranjo, otro de los reclutas desaparecidos, preguntaron quién “iba a asumir la responsabilidad de llevar a esos niños sin experiencia a una escena tan peligrosa”.
“¿Quién les ordenó que debían colocarse en la zona roja, donde serían alcanzados por las llamas si aumentaba la fuerza del incendio, como ocurrió? ¿Quién fue el que no pensó que estaba poniendo en peligro la vida de niños, que sus padres desde casa hacían sanos y salvos?”, inquiría una familiar de Naranjo.
“Hoy no tienen una respuesta para darnos. Solo podemos esperar. Esperar a qué. Lo que esperábamos era que estuvieran sanos y salvos, cumpliendo su Servicio Militar Obligatorio. Y que al final de este período al que todos van sin querer estar allí, obligados, verlos entrar a la casa con su etapa vencida. ¿Quién va a asumir la responsabilidad?”, enfatizaba.