26 de Julio en Cuba: Celebrar la ruina, glorificar la mentira
Redacción de CubitaNOW ~ sábado 26 de julio de 2025

Cada año, el régimen cubano convierte el 26 de julio en un espectáculo de banderas, consignas y discursos caducos. Se presentan imágenes cuidadosamente editadas de multitudes aplaudiendo, de escolares desfilando, de obreros sonrientes y de líderes encorbatados alabando un “legado histórico” que hoy solo representa miseria, represión y ruina. Pero fuera de las cámaras, la realidad es otra: hambre, hospitales colapsados, una economía devastada y un pueblo agotado que ya no cree en nada, pero sobrevive como puede, entre la rabia y la resignación.
¿Qué se celebra realmente el 26 de julio en Cuba? ¿La gesta militar fallida de 1953? ¿La fundación simbólica de un régimen que prometió redención y trajo ruina? ¿O el mito de una revolución que terminó traicionando todo lo que decía defender? La fecha que debería invitar a una profunda reflexión histórica, se ha convertido en la excusa anual para una ceremonia vacía, donde la dictadura intenta validar su permanencia mostrando un país que no existe.
Hoy, mientras los altos dirigentes disfrutan de privilegios que el ciudadano común ni siquiera puede imaginar —carros de lujo, clínicas exclusivas, comidas importadas, hijos en el extranjero—, la mayoría de los cubanos hace colas interminables para conseguir un poco de arroz, sufre apagones diarios, y vive bajo un sistema de salud pública que no tiene ni algodón, ni jeringas, ni analgésicos básicos. En cualquier lugar del país, la indigencia ya no se esconde: ancianos pidiendo limosna y familias enteras sobreviviendo en casas derrumbadas o improvisadas. ¿Y aun así pretenden hacernos creer que hay algo que celebrar?
La propaganda oficial insiste en que el pueblo "resiste con dignidad", como si resistir fuera sinónimo de progreso. Se presentan como logros las limosnas que envían los gobiernos aliados, las inversiones extranjeras que no benefician al pueblo y los discursos vacíos que ya ni los mismos funcionarios parecen creerse. La farsa continúa, año tras año, con la misma retórica fosilizada: “somos continuidad”, “la revolución sigue viva”, “venceremos”. ¿Vencer qué? ¿A quién?
Mientras tanto, los cubanos se marchan. Por tierra, mar o aire. En 2023 y 2024, se rompieron todos los récords de éxodo. Un país que celebra su supuesta “rebeldía” es, en realidad, una isla que se desangra por las fronteras. Cada día son más los que lo arriesgan todo por un futuro en otro lugar. Pero eso tampoco se dice en los discursos del 26 de julio.
La historia oficial ha querido eternizar una narrativa heroica que se cae a pedazos ante la experiencia cotidiana del cubano de a pie. Esa historia que comienza con una chapucera operación militar en 1953, inspirada más en el oportunismo político que en la coherencia revolucionaria, y que termina con la conversión de Fidel Castro en un caudillo autoritario, está agotada. Es una narrativa que ya no emociona, que ya no convence, que solo sobrevive por la fuerza de la represión y el miedo.
En Cuba, el 26 de julio no es un día de orgullo nacional, sino una fecha que recuerda el inicio de una de las más grandes tragedias históricas del país. Y lo más cruel es que, mientras se alza la voz para gritar “¡Viva la Revolución!”, el pueblo calla —no por respeto—, sino por cansancio.
Algún día, cuando la mentira deje de celebrarse y la verdad tenga espacio para contarse, el 26 de julio dejará de ser la feria de los tontos y se convertirá, por fin, en una jornada de duelo y memoria. Porque solo reconociendo el fracaso podrá Cuba empezar a imaginar un futuro digno.