El activista y opositor cubano Virgilio Mantilla Arango, natural de Camagüey, vuelve a ser noticia por las peores razones. Tras tres días desaparecido, su familia logró finalmente dar con su paradero: se encontraba detenido en Villa María Luisa, el temido centro de la Seguridad del Estado conocido como la “Villa Marista” camagüeyana, donde se han denunciado torturas físicas y psicológicas contra disidentes.

Mantilla, fundador del Movimiento por los Derechos Humanos “Unidad Camagüeyana”, ha sido arrestado en múltiples ocasiones por su activismo pacífico y por denunciar públicamente las condiciones de vida del pueblo cubano: hambre, apagones, represión y abandono estatal.

Su voz se ha convertido en una de las más firmes del centro del país contra el régimen comunista.

En esta ocasión, la Seguridad del Estado informó a su familia que será acusado formalmente y trasladado a la prisión de Cerámica Roja, uno de los penales más duros de la región. Su “delito” fue simplemente expresar la verdad en redes sociales, mostrando incluso su vivienda inundada y declarando con resignación: “Esto dio todo lo que iba a dar”, una frase que se ha viralizado entre los cubanos como símbolo del agotamiento general ante la crisis.

Virgilio Mantilla ha sido víctima de más de 20 detenciones arbitrarias a lo largo de los años. Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos lo han reconocido como preso de conciencia. Aun así, el régimen insiste en criminalizar su activismo y acallar su voz mediante el hostigamiento continuo.

Seguidores en las redes y medios independientes han hecho un llamado urgente por su liberación inmediata, así como la de todos los presos políticos en la Isla. En redes sociales, los cubanos dentro y fuera del país comparten las etiquetas #LibertadParaVirgilioMantilla, #SOSCuba y #CubaEsUnEstadoTerrorista, exigiendo justicia y denunciando la impunidad del sistema.

Mientras tanto, su familia vive con temor y angustia. La represión no solo golpea a los que disienten, sino también a quienes los rodean. En un país donde decir la verdad se castiga con cárcel, Virgilio Mantilla representa la resistencia silenciosa de un pueblo que ya no tiene miedo de hablar.

Del perfil de La Tijera

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