Violencia en los diamantes: nuevas sanciones por indisciplinas en el 'Calixto García'(video)
Redacción de CubitaNOW ~ domingo 19 de octubre de 2025

El béisbol, durante décadas orgullo nacional y símbolo de identidad para millones de cubanos, atraviesa hoy uno de sus momentos más oscuros. Las recientes escenas de violencia en la 64 Serie Nacional —peleas entre jugadores, agresiones a árbitros y altercados en pleno terreno— no son hechos aislados, sino un reflejo descarnado del deterioro social que vive el país. La pelota, espejo de la nación, ya no escapa al clima de frustración, impotencia y descontrol que domina la vida cotidiana en Cuba.
El episodio más reciente ocurrió el 16 de octubre en el estadio "Calixto García" en Holguín. Un error arbitral encendió la mecha: jugadores de Camagüey protestaron airadamente y lo que comenzó como una discusión terminó en una trifulca campal.
El INDER sancionó a tres peloteros y al comisionado provincial, calificando el hecho como una “grave indisciplina”.
Los jugadores Yordanis Samón Matamoros y Eglis Eugellés Antunez, así como el manager Vicyohandri Odelín recibieron una suspensión de cinco partidos cada uno. Además, el Comisionado provincial de béisbol, Roger Jesús Montada Feria, fue amonestado públicamente.
Pero las sanciones, aunque necesarias, no tocan el fondo del problema. Detrás de cada explosión de ira en el terreno hay algo más profundo: el desánimo colectivo de un país donde la tensión se acumula como pólvora.
En esta ocasión, una jugada crucial, el árbitro decretó al corredor out en home, a pesar de que parecía claro que debía ser declarado quieto.
Esta decisión provocó que varios jugadores de Camagüey protestaran de inmediato, lo que culminó en una “batalla campal” que, aunque tensa, fue controlada sin mayores consecuencias. La Comisión Nacional de Béisbol calificó el incidente como un acto de indisciplina grave, destacando que, aunque la protesta inicial fue legítima, la violencia y la forma en que se manejó la situación fueron inaceptables.
Los directivos subrayaron que este tipo de comportamientos no reflejan los valores del béisbol cubano y no deben repetirse en el futuro. A pesar del altercado, el partido concluyó con la victoria de los Cachorros de Holguín, quienes se impusieron 3-2 a los Toros, consolidándose en la segunda posición de la tabla de la Serie Nacional. Esta victoria les permitió continuar su ascenso en la clasificación, acercándose cada vez más a la cima del campeonato.
El béisbol cubano, antaño escuela de disciplina y respeto, se ha visto infectado por la misma desesperanza que domina las calles. Los jugadores, mal pagados, con escasos recursos y sin perspectivas de desarrollo profesional, viven bajo una presión que trasciende el deporte. La falta de motivación, el éxodo de talentos y la politización del sistema deportivo han creado un ambiente donde la frustración estalla fácilmente.
No es casualidad que en solo dos meses se hayan registrado varios actos violentos. En septiembre, el lanzador Damián Savón agredió a un árbitro en Guantánamo tras no aceptar una decisión.
Días después, el director espirituano Eriel Sánchez golpeó con un objeto de madera a un comisario deportivo. Estos incidentes, que se vuelven virales en redes, indignan a una afición que ya apenas reconoce la nobleza de su deporte nacional.
La violencia en los estadios no es más que una extensión del caos social. Es la misma ira que se respira en las colas, en los hospitales sin medicinas, en las escuelas sin maestros, en los hogares donde falta la comida. El béisbol, ese refugio emocional de tantas generaciones, se ha contaminado del mismo desorden que carcome a la sociedad cubana.
Mientras el régimen insiste en vender una imagen de normalidad, los estadios se convierten en escenarios donde estallan las frustraciones del pueblo. Ya no se trata solo de ganar un juego, sino de desahogar el malestar de un país entero.
La pelota cubana, que alguna vez fue símbolo de orgullo, hoy es espejo de la crisis moral y humana que vive Cuba.