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Una que da risa... ¡exhortan a los cederistas a cuidar el barrio!

Redacción de CubitaNOW ~ jueves 18 de septiembre de 2025

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En Cuba, cuando la cosa aprieta, siempre hay una solución brillante... ¡más vigilancia! Y si es con los CDR, mejor, porque nada dice "revolución" como una señora con bata de casa apuntando en una libreta quién se quejó de los apagones.

Esta semana, el régimen, preocupado por las crecientes protestas y el rechazo popular al socialismo versión siglo XXI (con WiFi lento y sin pan), ha decidido reactivar a los Comités de Defensa de la Revolución, esa reliquia del pasado que ni con nostalgia logra entusiasmar a nadie.

En Pinar del Río, durante un acto más lleno de consignas que de corriente eléctrica, el exespía Gerardo Hernández pidió convertir cada comité en un “batallón de defensa”. Pudiera considerarse un filme de ciencia ficción.

La escena recuerda a esos viejos tiempos donde los CDR organizaban caldosas y asambleas eternas. Hoy, sin caldosa, sin corriente y sin ganas, la convocatoria suena más a chiste que a plan.

La gente está más preocupada por conseguir arroz que por denunciar al vecino por ver una serie yanqui. Pero eso no detiene al gobierno, que insiste en que la solución a los problemas no es mejorar los servicios básicos, sino espiar mejor.

Porque claro, si se va la luz por 24 horas en Gibara, lo lógico es mandar un cederista con una linterna... no al técnico de la empresa eléctrica.

En barrios de La Habana Vieja, donde la gente sobrevive entre apagones, mosquitos y consignas recicladas, los gritos de "¡Pa la calle todo el mundo!" se escuchan más que los aplausos de los actos políticos.

Pero mientras el país se cocina a fuego lento en su propia crisis, los CDR intentan salir de su letargo para convertirse en los ojos y oídos del sistema... aunque a veces solo sean ojos ciegos y oídos sordos.

La ironía es tan grande que hasta los propios dirigentes admiten que los comités ya no tienen ni quién los vigile. Falta militancia, falta entusiasmo, falta de todo menos calor y apagones. Aun así, Gerardo y compañía insisten en resistir, como si la vigilancia pudiera generar electricidad o producir alimentos. En fin, Cuba sigue encendida… pero no precisamente de luz.


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