Viajar a Cuba puede ser una experiencia llena de emociones, y a veces, de obstáculos inesperados. Así lo vivió una cubana residente en Miami, quien decidió llevar a su familia cinco ventiladores recargables, un artículo esencial para sobrellevar los apagones y el sofocante calor de la isla.

La mujer llegó a La Habana acompañada de otra pasajera y una bebé, con la intención de pasar unos días en familia. Sin embargo, al llegar a la Aduana del Aeropuerto Internacional José Martí, su entusiasmo se transformó en frustración: los funcionarios no le permitieron ingresar los cinco ventiladores y quisieron cobrarle por exceso de equipaje.

El problema radicó en una regla aduanal que permite el ingreso de solo dos ventiladores por persona. Aunque la viajera intentó explicar que sus acompañantes —la mujer y la bebé— también formaban parte del grupo, los funcionarios se negaron a hacer excepciones porque ellas no estaban presentes en el momento del trámite. Lo que debía ser un procedimiento rápido terminó convirtiéndose en horas de discusiones y largas colas.

Finalmente, los agentes retuvieron tres ventiladores, alegando “regulaciones de importación”. Prometieron enviarlos a la terminal desde donde la cubana regresaría a Miami, pero al llegar al aeropuerto, los equipos habían desaparecido.

Indignada, la mujer decidió no marcharse sin ellos. “Me negué a irme sin mis ventiladores. Fui directamente a las oficinas de la Aduana y les exigí que me los devolvieran”, relató. Con firmeza, advirtió: “Si no puedo viajar hoy, cambio el pasaje, pero mis ventiladores vuelven conmigo para Miami”.

Tras horas de espera y presión, los funcionarios finalmente accedieron a devolverle los aparatos, aunque le cobraron 150 pesos cubanos por un supuesto “trámite administrativo”.

De regreso en Estados Unidos, la viajera confirmó su pequeña victoria con alivio: “Ya estoy en el aeropuerto de Miami y los ventiladores están aquí conmigo”. Una historia que combina paciencia, determinación y una dosis de justicia frente a la burocracia cubana.

Este incidente no es un caso aislado. La Aduana General de la República de Cuba ha sido objeto de críticas por imponer trabas y cobros excesivos a viajeros que intentan ingresar artículos básicos para sus familias. En medio de la crisis energética y sanitaria que atraviesa el país, algo tan simple como un ventilador puede convertirse en un problema legal o económico.

Mientras tanto, miles de cubanos enfrentan cada noche el calor, los mosquitos y los apagones prolongados, con escasos recursos para aliviar la situación. Historias como la de esta mujer ponen de relieve la resiliencia y el coraje de quienes, desde el exilio, buscan ayudar a los suyos, sin rendirse ante los muros de la burocracia.

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