Mientras el pueblo cubano enfrenta apagones, falta de alimentos, escasez de medicinas y una crisis sanitaria cada vez más grave, el régimen decidió celebrar otro de sus polémicos espectáculos: el Festival Internacional de Medios de Prensa de la Izquierda “Granma-Rebelde”.

El evento, promovido por los medios oficialistas, fue presentado como un “espacio para el diálogo, el entendimiento y el debate ideológico constructivo desde la base del socialismo”.

Sin embargo, para la mayoría de los cubanos, ese discurso resulta una burla. En redes sociales, muchos han calificado el encuentro como el “Festival del Papel Sanitario”, ironizando que el periódico Granma —símbolo del aparato propagandístico del régimen— solo sirve para reemplazar el papel higiénico que escasea en las tiendas.

El sarcasmo popular refleja la indignación de una población cansada de los discursos triunfalistas mientras el país se desmorona. “Hablan de debate constructivo, pero lo único que construyen es mentira”, comentó una internauta. Otro usuario añadió que “el dinero que gastan en estos festivales debería destinarse a hospitales o comedores sociales, no a promover ideologías fracasadas”.

El encuentro reunió a representantes de medios vinculados a partidos y movimientos de izquierda de varios países, todos en sintonía con el relato oficial cubano. Pero fuera de los salones del evento, la realidad del pueblo es otra: madres que no tienen qué dar de comer a sus hijos, enfermos sin medicinas y apagones que paralizan la vida diaria.

Mientras los organizadores hablan de “unidad, resistencia y pensamiento revolucionario”, los cubanos solo ven más cinismo e indiferencia. El contraste entre el lujo de los eventos políticos y la pobreza cotidiana es cada vez más evidente.

En palabras de una habanera: “Nos hablan de revolución cultural, pero lo único que tenemos es hambre, oscuridad y miedo. No hay papel, ni jabón, ni comida; pero hay festival”.

Así, el llamado Granma-Rebelde no se percibe como un evento periodístico, sino como un nuevo intento de disfrazar el fracaso con propaganda. Mientras la cúpula celebra sus ideas, el pueblo sigue buscando soluciones para sobrevivir día a día.

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