Un canal deportivo sin deportes: el vacío que duele en Cuba
Redacción de CubitaNOW ~ sábado 13 de septiembre de 2025

Resulta cada vez más doloroso y frustrante constatar que el canal de los deportes en Cuba, concebido en su momento como un espacio para acercar al pueblo a las grandes competencias y a las hazañas de sus atletas, hoy atraviesa una crisis que lo ha reducido prácticamente a la transmisión de la Serie Nacional de Béisbol. Un torneo local que, aunque forma parte de la tradición y despierta pasiones, ya no basta para sostener el interés de millones de aficionados que saben que en el mundo suceden grandes eventos donde Cuba tiene representación y que, sin embargo, no pueden ver.
La contradicción es desgarradora: mientras en el mundo tienen la opción de disfrutar de transmisiones en vivo de los principales certámenes, en la Isla los fanáticos se ven obligados a conformarse con resúmenes, notas aisladas o, en el mejor de los casos, algún diferido sin contexto. Lo más reciente son 5 Mundiales, casi a la vez, y sin transmisiones en directo.
Ya acabó para Cuba el Campeonato Mundial de Boxeo. En otras épocas, cada combate era seguido con fervor en las casas, en los barrios, en los centros de trabajo. Hoy, en cambio, la emoción de ver a un cubano subir al ring no llega a la pantalla nacional. El Mundial sub 18 de béisbol, corrió con la misma suerte.
Inició también el Mundial de Lucha, otra disciplina en la que Cuba se ha ganado un lugar privilegiado en la historia olímpica. Sin embargo, todo indica que tampoco habrá cobertura. Y lo mismo sucede con el Mundial de Atletismo, un fenómeno mediático global que se transmite en más de 200 países y es seguido por millones de televidentes alrededor del planeta. En Tokio 2025 participan unos 2 000 atletas de 200 federaciones, en un evento que se convierte, cada dos años, en vitrina universal del deporte. Pero en Cuba, paradójicamente, ese espectáculo de alcance mundial quedará fuera del alcance del público que durante años recibió con sumo agrado esta propuesta independientemente de si Cuba estaba o no en un buen nivel competitivo.
Comenzó el Mundial de Voleibol luego de que La Liga de Naciones constituyera otro ejemplo del vacío. Allí compitió la selección cubana, enfrentando a potencias de primer nivel. El torneo, con sedes en nueve países y cobertura televisiva garantizada en decenas de naciones, fue seguido por millones de aficionados. Ahora evidentemente será más de lo mismo con una disciplina que gusta tanto y que tiene a veces reacciones inesperadas de sus jugadores que cambian la dinámica de los partidos, produciendo esa adrenalina de la que se disfruta en las transmisiones en directo.
Lo más dramático es que esta carencia no responde a un problema técnico, sino a una falta estructural de recursos que ha convertido al canal deportivo en una señal desconectada del mundo. Poniendo como argumento la falta de presupuesto, y sin buscar alternativas que se salgan del control estricto estatal, poco a poco y cada vez más en Cuba los dirigentes se resignan a la imposibilidad de soluciones, dejando al pueblo sin contacto directo con sus atletas en los escenarios internacionales.
La consecuencia trasciende lo deportivo. No se trata solo de no ver a un boxeador, a un luchador o a un velocista, sino de un pueblo que se siente cada vez más alejado de sus glorias, de sus símbolos y de su identidad. El deporte ha sido históricamente uno de los pilares de orgullo de Cuba, un espacio de unidad y esperanza. Privar a la nación de ese espejo, en medio de tantas carencias cotidianas, es arrancarle también un pedazo de alegría colectiva.
El canal de los deportes en Cuba sobrevive, sí, pero lo hace sin deportes, y ese vacío duele tanto como cualquier derrota.