Un nuevo hecho violento sacudió a la provincia de Villa Clara el pasado sábado por la noche. En el Bar Nuevo, ubicado en el municipio de Sagua la Grande, un altercado entre dos hombres terminó de la peor manera: uno perdió la vida y otro resultó gravemente herido.

La víctima mortal fue identificada como Michel, conocido en la localidad con el apodo de “El Bobo”. El herido, llamado “El Bolo”, se encuentra ingresado en estado crítico en el Hospital Provincial Arnaldo Milián Castro, en Santa Clara, donde lucha por sobrevivir a las graves lesiones sufridas durante el enfrentamiento.

De acuerdo con fuentes cercanas a ambos implicados, la tragedia tiene raíces antiguas. Michel y “El Bolo” mantenían una rivalidad que se remontaba a finales de los años noventa.

En aquella época, un suceso previo ya había marcado sus destinos: un hombre identificado como Javier Tondique perdió la vida y “El Bolo” resultó gravemente herido, quedando con secuelas permanentes en un brazo.

Aquella enemistad, nunca resuelta, se reavivó décadas después, desembocando en este nuevo episodio de violencia que ha conmocionado a toda la comunidad.

El caso ha generado gran tristeza y preocupación en Sagua la Grande.

Vecinos y conocidos expresaron su pesar en redes sociales, lamentando la pérdida y la persistencia de conflictos personales que terminan en tragedias. “Una madre y una familia quedan destrozadas, y una comunidad llora esta pérdida evitable”, escribió Irma Broek desde su perfil de Facebook, al compartir la noticia con un mensaje de condolencia: “E.P.D. Michel. Nuestras más sinceras condolencias a familiares y amigos.”

Este suceso se suma a una creciente ola de violencia que preocupa a los cubanos dentro y fuera del país.

En los últimos meses, los reportes de riñas, homicidios y agresiones han aumentado, dejando en evidencia la falta de seguridad, el deterioro social y la desesperación que marcan el día a día en muchas comunidades del país.

Mientras una familia vela a su ser querido y otra espera un milagro en un hospital, Sagua la Grande vuelve a ser testigo del alto costo de la violencia: vidas rotas, heridas que no sanan y un dolor que se repite, generación tras generación.

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