Vuelve a la carga el padre Alberto Reyes Pías, incansable decidor de verdades. En su sección "He estado pensando..." de hoy nos habla del aporte de la Iglesia al bien de todos y específicamente del mensaje de los obiscos cubanos en medio del año jubilar.

"La Iglesia fue concebida por Jesucristo para construir lo que llamamos ´el Reino de Dios´, que busca que Dios sea conocido, respetado y amado, y que en este mundo reinen cada vez más el bien y el amor. Por eso la Iglesia tiene como función no sólo dar a conocer a Jesucristo y su Evangelio, sino promover por todos los medios el bien de la sociedad.

"A la Iglesia no le toca defender programas políticos, pero sí tiene el derecho y el deber de dar su juicio sobre lo que, desde el Evangelio, considera un bien o un mal para la sociedad, porque la sociedad la construimos todos, y a todos nos toca proponer lo que consideramos un bien para la comunidad humana.

"Es esto lo que nuestros obispos han hecho en su mensaje ´Peregrinos de esperanza´, con motivo del año jubilar que estamos celebrando.

"No se han inventado nada, sino que han constatado la realidad dramática que vive nuestro pueblo, empezando por la desesperanza y la incertidumbre ante un presente cada vez más duro y un futuro donde no se vislumbran los cambios necesarios.

"Somos, advierten los obispos, un pueblo sumergido en la búsqueda afanosa de los bienes primarios, un pueblo paralizado, imposibilitado de descanso, fragmentado por la emigración, atrapado por el desencanto y agobiado por la repetición de promesas vacías. Un pueblo sin esperanza ni alegría y, en consecuencia, sin futuro.

"Por eso, advierten, urge encontrar una salida en la que puedan participar todos los hijos de esta tierra. Una solución que se genere desde la realidad cotidiana de este pueblo y no desde posturas ideológicas que pretenden que la realidad se adapte a unas ideas preconcebidas y que, en consecuencia, pierden objetividad, porque ponen la mirada en lo que ellas creen que debería ser, pero no en lo que es.

"Y la realidad cubana es la que es, y no la que los ideales han predicado hasta la saciedad: la vida es excesiva e inútilmente dura, el pueblo está cansado y desgastado de tanta lucha sin futuro, y la gran mayoría de la población vive entre la desilusión ideológica, el deseo de una vida diferente y el miedo a expresar su desilusión y lo que consideran sus derechos.

"En este sentido, dicen los obispos, se hace evidente un ´cambio de rumbo´ y llevar adelante “cambios estructurales, sociales, económicos y políticos”, afrontando el miedo a emprender nuevos caminos.

"Sí, es necesario un cambio de rumbo, es necesaria la honestidad en todos para reconocer que tal y como estamos no vamos a ninguna parte, y que nunca como antes esta tierra necesita esos cambios estructurales, sociales, económicos y políticos.

"Ahora pues, la verdad ha sido dicha, la mano ha sido tendida, la propuesta ha sido hecha"

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