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Santiago de Cuba bajo el agua: familias con niños enfermos sobreviven entre ruinas y abandono

Redacción de CubitaNOW ~ jueves 2 de octubre de 2025

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Las lluvias de la tormenta tropical Imelda dejaron en Santiago de Cuba un rastro de destrucción que no solo se mide en calles inundadas o casas colapsadas, sino en la vida de familias enteras que hoy sobreviven entre la desesperanza y el abandono institucional.

En barrios como El Caney y Altamira, padres y madres luchan por mantener con vida a sus hijos enfermos en medio de viviendas a punto de desplomarse.

Juan y Miladis, por ejemplo, perdieron su hogar tras las precipitaciones. Sus dos hijos, ambos con serios problemas de salud, quedaron expuestos a la intemperie sin un techo seguro donde refugiarse. Vecinos denuncian que nunca han recibido ayuda del sistema de Bienestar Social. “Miren las condiciones en que quedó su casa”, lamentan.

La historia se repite en Altamira, donde una madre con dos pequeños —uno de ellos con epilepsia y trastornos neurológicos— vive bajo el miedo constante de un derrumbe total. Ella asegura que las autoridades conocen la situación y no han movido un dedo. “Mi casa está a punto de caer y mis hijos corren peligro todos los días”, advirtió en un testimonio que circula en redes.

Pero no son casos aislados. Zonas como La Loma de la Candela, la Carretera Turística o los alrededores del Astillero muestran la crudeza de un panorama compartido: decenas de familias atrapadas en terrenos inestables, con caminos intransitables cuando llueve y viviendas hechas de materiales precarios incapaces de resistir otro golpe climático.

La tragedia ya ha cobrado vidas. Dos hombres murieron al derrumbarse sus casas en medio del temporal y otras dos personas siguen desaparecidas en Contramaestre y Mella. El propio gobernador provincial reconoció los daños severos en infraestructuras y viviendas, pero, hasta ahora, no hay un plan público ni visible para atender la urgencia de los más vulnerables.

Lo que las familias piden no es un milagro: solicitan albergues temporales, materiales para reparaciones mínimas y una presencia real del Estado, más allá de visitas puntuales que se pierden en el tiempo.

Niños enfermos, ancianos y adultos en pobreza extrema están en juego; se trata de vidas que podrían evitar nuevas tragedias si hubiera voluntad política y sensibilidad humana.

Santiago de Cuba, golpeada una y otra vez por la naturaleza y la desidia, sigue dando lecciones de resistencia. Pero la pregunta es: ¿hasta cuándo tendrán que resistir solas sus familias más frágiles?

Del perfil de Yosmany Mayeta


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