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Régimen admite colapso del suministro de medicamentos y se pronuncia sobre las “farmacias” clandestinas

Redacción de CubitaNOW ~ martes 23 de diciembre de 2025

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El régimen cubano reconoció públicamente la profunda escasez de medicamentos que afecta a la Isla, una crisis que mantiene a las farmacias estatales prácticamente vacías y ha empujado a millones de ciudadanos a recurrir al mercado clandestino como única vía para aliviar dolores, tratar enfermedades crónicas o, en muchos casos, salvar la vida.

En declaraciones recientes al medios oficialista Cubadebate, directivos del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) admitieron que el desabastecimiento es generalizado y persistente, tanto en medicamentos de producción nacional como en los importados. Según cifras oficiales, alrededor del 60% de los fármacos importados del llamado cuadro básico no están disponibles, mientras que la industria farmacéutica nacional —responsable históricamente de la mayor parte del suministro— ya no logra responder de forma regular a la demanda.

La realidad cotidiana en las farmacias comunitarias es clara: anaqueles vacíos, ciclos de reposición que se han extendido hasta 60 días y una incapacidad total para garantizar tratamientos estables incluso a pacientes crónicos con hipertensión, diabetes, epilepsia u otras enfermedades de alta prevalencia. Las propias autoridades reconocen que el poco financiamiento disponible se destina casi exclusivamente a medicamentos hospitalarios “que salvan vidas”, dejando a la población ambulatoria en completo abandono.

Ante este escenario, el mercado clandestino de medicamentos no solo ha crecido, sino que se ha convertido en la principal fuente de acceso para la ciudadanía. El MINSAP admite que la venta ilegal se ha disparado y que hoy miles de personas dependen de redes informales, revendedores y contactos personales para conseguir desde analgésicos y antibióticos hasta insulina, psicofármacos o medicamentos cardiovasculares.

Paradójicamente, mientras reconoce que la población no tiene alternativas reales, el propio régimen criminaliza ese mercado paralelo. Funcionarios del sector sanitario alertaron sobre los “riesgos sanitarios” de consumir medicamentos de procedencia desconocida y denunciaron el lucro de quienes revenden fármacos a precios exorbitantes. Sin embargo, también admitieron que parte de esos medicamentos ilegales provienen del propio sistema estatal, ya sea por desvíos desde laboratorios, almacenes, droguerías o incluso farmacias.

Las autoridades confirmaron además robos frecuentes en farmacias, incluidos asaltos para sustraer los pocos medicamentos disponibles, y reconocieron hechos graves vinculados a sustancias controladas como tramadol, alprazolam o carbamazepina. En estos casos, el régimen advierte que la venta ilegal puede tipificarse incluso como tráfico de drogas, endureciendo aún más la persecución penal contra ciudadanos que, en muchos casos, solo intentan sobrevivir a la escasez.

Otro elemento que ha alimentado el mercado informal es la autorización para que viajeros entren medicamentos sin pagar aranceles. Aunque presentada como una medida “humanitaria”, el propio MINSAP reconoce que ha incentivado la reventa y ha abierto la puerta a medicamentos sin control de calidad, sin cadena de frío y sin garantías mínimas de seguridad.

Mientras tanto, los médicos se ven obligados a adaptar tratamientos a lo que “aparece” en la farmacia, y los pacientes viven en una angustia constante, dependiendo de envíos del exterior, donaciones o compras clandestinas. La llamada “venta organizada por consultorios”, implementada para evitar tumultos, apenas disimula el problema estructural: no hay medicamentos suficientes para cubrir las necesidades básicas de la población.

Aunque el discurso oficial insiste en atribuir la crisis a problemas financieros, al bloqueo y a la pandemia, el reconocimiento implícito es contundente: el sistema farmacéutico estatal ha colapsado. Hoy, en Cuba, el alivio del dolor y la continuidad de tratamientos dependen, en gran medida, de un mercado ilegal que el propio régimen condena, pero que se ha vuelto indispensable ante el fracaso del modelo sanitario que durante décadas fue presentado como uno de sus principales logros.

Fuente: Cubadebate


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