Santiago de Cuba vuelve a la "normalidad" tras ser reconectada al Sistema Eléctrico Nacional luego de 24 horas de apagón total. Pero esa “normalidad” no significa alivio. Significa regresar a un calendario de apagones que puede llegar a cortar la luz más de 14 horas al día.

Este jueves, el Ministerio de Energía y Minas anunció la reconexión de la provincia al SEN, tras un colapso que dejó a casi todo el país en penumbras. Santiago fue una de las últimas en recuperarse, mientras otras regiones como Pinar del Río todavía siguen parcialmente afectadas.

El corte masivo del miércoles paralizó la vida diaria, colapsó hospitales, interrumpió comunicaciones y dejó a millones de cubanos a oscuras —literal y emocionalmente.

En Santiago, se reportaron cacerolazos espontáneos, gritos desde los balcones y familias completas durmiendo al aire libre para escapar del calor insoportable.

La CTE Guiteras y la Unidad 6 del Mariel están intentando volver a la carga, según las últimas actualizaciones oficiales. Pero la realidad es que la infraestructura energética del país está en ruinas: termoeléctricas obsoletas, falta de mantenimiento, combustible insuficiente y cero transparencia.

Mientras tanto, el gobierno responde con mensajes triunfalistas y medidas absurdas como vender sirope y mermelada a niños “para sobrellevar el apagón”. ¿Eso es una solución o una burla?

No se trata solo de cortes de luz. Se trata de vidas suspendidas, de operaciones médicas canceladas, de niños sin clases, de ancianos sin ventilación, de madres que no pueden conservar alimentos. Se trata del cansancio de un pueblo que ya no aguanta más.

Y la pregunta sigue sin respuesta: ¿hasta cuándo?

La reconexión no es el fin del problema. Es solo un breve parpadeo de luz en medio de un túnel cada vez más oscuro.

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