El sistema electroenergético cubano volvió a mostrar este viernes 26 de diciembre su extrema fragilidad tras la salida repentina de una nueva unidad clave de generación. El episodio refuerza la percepción de que la crisis energética ya no responde a fallas puntuales, sino a un colapso estructural que mantiene al país sometido a apagones prolongados y cotidianos.

A las 9:58 de la mañana, la Unión Eléctrica informó en su página oficial de Facebook que la unidad 6 de la central termoeléctrica Máximo Gómez, ubicada en Mariel, había quedado fuera de servicio. La causa del fallo, según la escueta nota, estaba siendo “investigada”.

El anuncio llegó apenas 55 minutos después de que la propia empresa comunicara que esa misma unidad había logrado sincronizarse al sistema a las 9:03 a.m., un dato que puso en evidencia la inestabilidad operativa de las plantas y la vulnerabilidad permanente del Sistema Electroenergético Nacional (SEN).

Las reacciones ciudadanas no tardaron en inundar las redes. “No aguantó ni una hora”, escribió un usuario. “55 minutos, eso debe ser récord”, ironizó otro. Desde el exterior, un cubano emigrado comentó con sarcasmo: “La Navidad fue excelente… ¡y el fin de año promete!”.

Varios internautas cuestionaron además el tiempo que las autoridades aseguran dedicar a “investigar” cada avería, cuando los mismos fallos se repiten una y otra vez. “Van a tener que crear un departamento técnico tipo detectives, porque pierden mucho tiempo investigando y luego se repite el delito”, señaló una usuaria.

El incidente de Mariel no fue un hecho aislado. Durante la madrugada del mismo viernes, la UNE había anunciado la entrada en funcionamiento de dos bloques de la CTE Diez de Octubre: el bloque 6 a las 12:35 a.m. y el bloque 5 a las 5:14 a.m. Un día antes, el jueves por la mañana, se reportó la salida de la unidad 3 de la CTE Carlos Manuel de Céspedes, en Cienfuegos, tras un disparo eléctrico de 6 kV. Horas antes, también se había informado la desconexión del bloque 8 de la CTE Máximo Gómez por un salidero en el economizador.

La sucesión constante de entradas y salidas dibuja un escenario crítico: un sistema que apenas se sostiene, donde cada unidad que entra compensa de forma momentánea otra que se pierde casi de inmediato. El resultado es una red incapaz de garantizar estabilidad y que somete a millones de cubanos a cortes que, en muchas zonas, superan las 20 horas diarias.

Más allá de las fallas técnicas, el patrón revela años de deterioro acumulado, falta de inversiones sostenidas, infraestructura envejecida y una planificación que no logró anticipar ni contener el colapso del parque termoeléctrico. Para la ciudadanía, los apagones ya no son una contingencia, sino la consecuencia directa de una crisis sin soluciones estructurales a la vista.

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