La creciente ola de violencia en Cuba ha alcanzado un nuevo nivel de preocupación tras la agresión sufrida por un conductor de ómnibus en La Habana. El incidente ocurrió en la mañana del sábado, cuando Santiago Fons Cuevas, chofer del autobús 339 de la ruta P13, fue atacado por dos pasajeros en el Parque de La Fraternidad.

El hecho, que dejó al conductor con una lesión en la cabeza, provocó la inmediata intervención de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Uno de los agresores fue detenido en el lugar, mientras que el otro continúa prófugo. Las autoridades han trasladado el caso a la unidad policial de Dragones y Zulueta, donde se adelantan las investigaciones.

Este acto de violencia no solo interrumpió el servicio de transporte público en una de las rutas más utilizadas de la ciudad, sino que también refleja el deterioro de la seguridad en la isla. La Empresa Provincial de Transporte de La Habana (EPTH) condenó lo sucedido, señalando que este tipo de incidentes afectan directamente la calidad del servicio a la población.

El ataque al conductor del P13 no es un hecho aislado. En los últimos meses, se han reportado múltiples actos delictivos en diversas provincias, desde robos con violencia hasta homicidios. La percepción de inseguridad ha ido en aumento, alimentada por la falta de recursos, el colapso de los servicios básicos y la impunidad con la que operan muchos delincuentes.

El deterioro de la situación económica en Cuba ha generado un caldo de cultivo propicio para la criminalidad. La escasez de alimentos, medicinas y transporte ha llevado a un aumento de la tensión social, lo que se traduce en episodios de violencia tanto en las calles como en los hogares. Los transportistas, por su parte, se han convertido en blanco frecuente de agresiones, ya sea por conflictos con pasajeros o por intentos de robo.

Mientras las autoridades insisten en discursos de condena, la inseguridad sigue en ascenso, dejando a la población expuesta a hechos cada vez más alarmantes.

Recomendado para ti