“No respiraba, no lloraba”: madres cubanas cuentan partos traumáticos

Redacción de CubitaNOW ~ viernes 3 de febrero de 2023

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"Mi parto fue distócico por espátula debido a que la niña no salía. Después de 10 horas terminé con una cesárea vaginal. Mido 1.60 metros y mi barriga fue inmensa", contó Dilena, una espirituana de 23 años, al periódico oficialista Escambray.

"Por la tarde-noche, después de casi todo un día, me hicieron una placa para valorar si tenía capacidad y decidieron que sí. Tras seis sueros comencé a dilatar, pero ya no tenía fuerzas. Me dormí, una y otra vez".

"Me pusieron oxígeno hasta que me dijeron: 'Si no pujas, se te muere la niña'. Saqué fuerzas, aunque la verdad tengo muchas lagunas de ese momento. No olvido que cinco personas se me treparon en la barriga y así con mucho trabajo nació".

"Después llegó el gran susto. No respiraba, no lloraba. Una enfermera luchó con ella y la reanimó. Nadie me dio una explicación en ese momento, a pesar de mis reclamos. Sabía que estaba mal. La llevaron a Neonatología y, luego de varios días y de ser valorada por una neuróloga, pudimos irnos de alta".

Dilena recordó también otros problemas como no tener un sillón donde sentarse para amamantar y no recibir siempre la información de cómo atenderse su herida, que se le infectó, señaló el medio oficial.

"Además del trauma psicológico, biológicamente estoy muy afectada. Tengo mucha sensibilidad en la zona de la vagina. Casi no me puedo tocar donde está la herida. Las hemorroides permanecen totalmente afuera. Cuando tengo relaciones sexuales me duele. La secreción es frecuente, porque la vagina está muy expuesta. No creo que pueda volver a pasar un bebé por ahí", dijo esa madre.

"Me pregunto todos los días por qué se aferran a lo que ven en una placa y te hacen parir cuando la realidad en el salón es otra. Junto conmigo sufrió de manera similar una madre, pero su niño falleció. Agradezco a Dios siempre que esa enfermera me salvara a mi hija", agregó.

Dayana tuvo a su único hijo cuando tenía 19 años. Pasadas 17 horas de parto, con diagnóstico de meconio y un feto con taquicardias, logró escuchar el llanto de su primogénito, señaló Escambray.

"Tuvieron que utilizar instrumentos forzosos. Fue un macrosómico, nació con lo que se le llama picotazo de cigüeña y le provocaron un hematoma en la cabeza. Mi herida se abrió. Y mi niño como secuelas padeció de una infección en la piel y en los riñones".

"Permanecimos en el hospital 40 días. A todo eso súmenle que mi sangramiento fue tal que salí del salón con siete de hemoglobina. Fue tan fuerte todo que me duele recordar lo que debió haber sido uno de los mejores momentos de mi vida".

Liz Mary sufrió una mala experiencia con 18 años. "Le pedí (a la enfermera) en más de una ocasión que me trajera a la ginecóloga porque no podía soportar el dolor y su respuesta siempre fue que pasara al baño porque, según ella, eran dolores de barriga. Por ser adolescente, me repetía que no sabía lo que era parir. Cuando se cansó de hablar y jugar con el teléfono se armó la corredera, mi hija ya estaba naciendo".  

Por su parte, Elianis María comentó que se acordaba de pocas cosas del día del parto de su único hijo. "Te dicen siempre que te tienes que portar bien, porque si no lo haces o si te quejas te tratan mal. Soy muy miedosa, pero ni chisté. Conversé un rato con las enfermeras hasta que me quedé sola. A lo mejor ese es el procedimiento, pero nadie me lo explicó".

"Entonces, por los nervios, las piernas me temblaban, no podía aguantar y le pedí a una estudiante de Medicina que me sostuviera la mano. Pero llegó el momento que también se acostó a dormir porque era ya de madrugada. Creo que eso, junto a los dolores y la cardiotocografía continua (CTG), provocó que se me fuera la mente".

"Para los médicos y enfermeras parir con dolor está naturalizado, como también no dar apoyo psicológico, ni explicar o enseñarte qué se vive en cada paso. Nosotras nos estamos preparadas del todo para asumir ese momento, aunque la naturaleza nos da el don de traer al mundo a una criatura".

En Sancti Spíritus se está implementando poco a poco partos menos invasivos para que no se repitan estas historias de violencia obstétrica.

"Quienes me conocen saben que insisto en el trabajo con sensibilidad y entrega. No puede ser una práctica el maltrato, ni tampoco resultado del cansancio, porque en juego hay dos vidas. Incluso, ni siquiera puede ser respuesta a las pacientes que por múltiples razones se niegan a realizar las maniobras propias de un parto y nos llegan a maltratar física y verbalmente", dijo Iris Regla Palacios Cantero, jefa del Salón de Parto del Hospital General Provincial de Sancti Spíritus.

"Muchas llegan preparadas, pero otras no. En cada área de salud existe una consulta multidisciplinaria, donde se les debe explicar el proceso, pero no siempre se tiene colaboración por parte de las gestantes. Si gritan, bajito hay que calmarlas y hacerlas entender que entre todos tenemos que trabajar", agregó a Escambray.


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