Mireiba recibe su primera lavadora a 66 años de Revolución: gracias a gesto de cubanos solidarios(video)
Redacción de CubitaNOW ~ viernes 25 de julio de 2025

A los 50 años, Mireiba, una abuela avileña, ha recibido la primera lavadora de su vida. No fue un regalo institucional, ni una dádiva de un programa estatal.
Fue el resultado de una cadena de solidaridad tejida por cubanos comunes, dentro y fuera de la isla, que han decidido hacerse cargo de lo que el gobierno ignora: la dignidad de los más humildes.
El escritor cubano Guillermo Rodríguez Sánchez compartió las imágenes del emotivo momento en el que Mireiba recibe el electrodoméstico. “Esta es la reacción de una abuela sacrificada y merecedora al recibir la primera lavadora propia que ha tenido en su vida”, escribió en una publicación que se viralizó rápidamente, acompañada de fotos y un video donde la emoción de la mujer es evidente.
Mireiba nunca conoció otra forma de lavar que no fuera a mano. No sabe lo que es el detergente moderno, ni las bondades de una secadora o un ciclo de enjuague automático.
Sus manos, curtidas por años de lucha silenciosa, han sido su única herramienta para dejar limpia la humilde ropa de su nieta. Esa fue su vida, hasta ahora.
“Peso a peso, todas y todos ustedes hicieron posible la avalancha de regalos que está llegando después de obsequiada la casa”, añadió Guillermo, aludiendo a los múltiples donativos que Mireiba ha comenzado a recibir de manos solidarias.
Porque no solo fue la lavadora: hay también comida, ropa, utensilios y, sobre todo, respeto.
La usuaria de Facebook Maripili del Pino, quien ha seguido de cerca la historia de Mireiba, expresó su profunda emoción:
“¿Qué tiene que pasar para que todos los cubanos tengan una lavadora, comida, agua, luz, un techo, un poco de dignidad? Esta mujer avileña es una mujer de trabajo duro que no sabe lo que es una lavadora. Siento vergüenza por sentir hastío por el suelo donde nací. Se me ha podrido el orgullo.”
Estas palabras resumen lo que muchos sienten: una mezcla de tristeza, impotencia y gratitud por los actos de bondad que hoy suplen las ausencias del Estado.
Porque lo que no hace el gobierno —proveer lo básico, lo mínimo para una vida digna— lo están haciendo grupos de personas anónimas, solidarias, que desde dentro de Cuba, y muchas veces también desde el exilio, están tendiendo una mano a los más necesitados.
No se trata de recibir gratuidades del gobierno ni que garantice la vida del ciudadano pero si que paguen salarios dignos, que administren una economía juiciosa y lo mas equitativa posible a cada uno según su trabajo y esfuerzo, solo eso.
Esta red de apoyo no es una organización oficial.
No tiene nombre ni sede. Pero tiene algo más poderoso: empatía. Es el corazón puesto en el lugar correcto. Son cubanos cansados de ver a sus iguales caer sin ayuda, decididos a intervenir en lo que debería ser una responsabilidad institucional.
En una isla donde las prioridades gubernamentales muchas veces parecen estar lejos del bienestar del pueblo, estas iniciativas ciudadanas representan una luz.
Y la historia de Mireiba no es solo la de una lavadora: es la prueba de que, aún en medio de tanta carencia, la solidaridad puede cambiar vidas.