En plena crisis energética, el Ministerio de Energía y Minas de Cuba decidió que el 13 de agosto era perfecto para rendir homenaje a Fidel Castro en su cumpleaños 99, dejando de lado la situación que sufren millones de cubanos.

Mientras altos cargos del ministerio, CUPET y la Unión Eléctrica se reunían en el teatro de la institución entre “reflexiones” y discursos sobre “continuidad histórica”, las calles y hogares seguían sumidos en apagones interminables y sin gas para cocinar.

El acto, que incluyó reconocimientos a jóvenes de la expedición Energía Joven, más que un compromiso con la energía fue un escenario de propaganda: luces brillantes sobre el escenario, mientras las familias cocinan con leña y sufren cortes eléctricos. La contradicción es evidente: se proclama que “Fidel vive en cada acción”, pero la realidad es que la energía en Cuba sigue apagada y el gas no llega a los hogares.

La población comparte su frustración en redes sociales, mostrando fotos de fogones improvisados, velas y hogares a oscuras. Mientras tanto, los discursos de funcionarios se repiten año tras año, llenos de homenajes y reconocimientos, pero vacíos de soluciones reales. Para los cubanos, estas ceremonias son un recordatorio de la desconexión entre el mensaje oficial y la vida cotidiana.

En Twitter, Instagram y TikTok, usuarios ironizan sobre la celebración: “Fidel vive, pero mi cocina sigue muerta”, “Luces en el teatro, apagón en mi casa”. La energía no es solo un servicio básico; es calidad de vida, y por ahora, parece ser un lujo inaccesible para muchos.

La jornada del 13 de agosto muestra que, mientras los homenajes y discursos oficiales continúan, la verdadera prioridad para los cubanos sigue siendo conseguir luz y gas.

Entre hashtags y publicaciones, la población recuerda que celebrar sin resolver problemas reales es quedarse en palabras, y que la energía que tanto se proclama como símbolo de continuidad histórica aún no llega a los hogares.

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