‘Nunca en mi vida voy a olvidar esa imagen, mi alma y mi corazón están destrozados porque me lo dejaron morir’ dice en su testimonio una cubana que asegura perdió a su esposo por la mala atención que recibió en el hospital provincial de Cienfuegos, Doctor Gustavo Aldereguía Lima.

Su denuncia aparece en el grupo Archipiélago de Facebook y está acompañada de una imagen para identificar al cubano fallecido. Este es su testimonio:

Quiero denunciar al mundo entero la muerte de mi esposo Alexander Muñoz el 8 de Septiembre en el Hospital Provincial de Cienfuegos, un hombre joven de apenas 34 años, entró con Covid, y allí lo asesinaron el entró bien, por sus pies, lo ingresaron y le asignaron un tratamiento de 10 Rocephin y cuando le pusieron el segundo la enfermera me dice que ya no tienen más, pero es que las venden dentro del mismo Hospital por la cantidad de $4000 pesos.

La falta de esta medicina afectó sus pulmones y al día 2 de estar en el hospital necesitó oxígeno pero el día 3 faltó el oxígeno y lo dejaron horas así y la saturación de oxígeno le bajó a 41 debiendo estar entre 92-95; buscando ayuda encontré un médico que lo trasladó a Terapia Intensiva donde dicen que no faltaría el oxígeno, pero las horas que estuvo sin él lo dañaron mucho y el día 4(de ingreso) en el hospital deciden entubarlo, eso fue al mediodía del 7 de septiembre, en menos de 8 horas ya había tenido mejoría y su saturación había subido a 82, todo iba bien.

Pero en la madrugada del día 8 de septiembre cerca del amanecer yo y mi suegra, la madre de la víctima Alexander Muñoz vamos a la sala de Terapia Intensiva y preguntarle al médico a cargo y este nunca respondió a la puerta, quizás dormía o no estaba cuidando de sus pacientes y entre las 6:30 a 7:00 am este aparece y nos informa que mi esposo había fallecido por un Paro Respiratorio Cardiopulmonar, pero no fue el único fallecido, fueron 10 los fallecidos en la misma sala y a la misma hora. Y corrí hasta donde él estaba para verlo y besarlo por última vez y lo encontré todo morado, cianótico, y todavía tenía lágrimas en sus ojitos que le corrieron por su rostro.

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