Maykel Osorbo, preso político cubano y uno de los rostros más visibles del activismo por la libertad en la Isla, ha iniciado una huelga de hambre y sed en protesta ante las amenazas del régimen de trasladarlo aún más lejos de su familia.

La denuncia fue difundida por la activista Ana Meli Ramos González, quien aseguró que a través de presos solidarios se supo que a Osorbo lo quieren mover desde la prisión de “5 y medio” en Pinar del Río hacia centros penitenciarios ubicados en Camagüey o Santiago de Cuba. Esta decisión, de concretarse, solo puede ser entendida como un nuevo acto de ensañamiento y represalia.

Desde mayo de 2021, Osorbo permanece encarcelado tras haber sido detenido arbitrariamente y sin regreso. Que lo mantengan a más de 150 kilómetros de su residencia en La Habana ya es una forma de castigo que afecta tanto a él como a su entorno afectivo. Ahora, plantear su traslado a Camagüey —a unos 600 kilómetros— o a Santiago de Cuba —a casi 900— resulta “una provocación directa, inhumana y sin fundamento legal o médico”. No hay motivos válidos para desplazarlo tan lejos, más allá de la intención clara de aislarlo, debilitarlo emocionalmente y romper su voluntad.

Frente a esta amenaza, Maykel ha optado por la única herramienta de protesta que le queda: su propio cuerpo. Ha decidido plantarse, en un acto de dignidad y resistencia, iniciando una huelga de hambre y sed, una decisión extremadamente peligrosa que habla de su desesperación, pero también de su determinación.

“El instinto de supervivencia y la conciencia de que lo quieren destruir por completo lo han llevado a tomar esta medida drástica”, expresó Ramos González.

La activista fue enfática en advertir al régimen que Osorbo no está solo. Cada paso represivo que dan será visibilizado y enfrentado. “Si su salud se deteriora gravemente, si su vida corre peligro, ustedes también enfrentarán las consecuencias. No están actuando en la oscuridad ni con impunidad”, aseguró.

Esta situación aumenta la presión sobre un gobierno ya cuestionado por su trato hacia los presos políticos y que enfrenta la mirada vigilante de organismos internacionales.

El caso de Maykel Osorbo es un emblema de la represión en Cuba. Su música, su activismo y su voz siguen incomodando, y por eso el régimen intenta silenciarlo. Pero mientras él resista, no podrán hacerlo del todo. Y mientras haya quienes lo acompañen, no podrán borrarlo.

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