Un nuevo episodio de "chapucería" en las calles de La Habana ha generado burlas y críticas en las redes sociales, después de que un cubano identificado como Yulier Rodríguez compartiera un video de una pintura defectuosa en los contenes de la Calzada de Luyanó. "Vengo caminando por la Calzada de Luyanó y están pintando los contenes porque ustedes saben que, cada vez que un farsante de estos va a pasar, pintan los contenes, y de repente yo mismo me pregunto, Tato, ¿qué cosa es esto?", comentó el usuario entre risas en su publicación de Facebook. El video muestra los contenes pintados con cal, sin respetar sus bordes, lo que subraya la falta de profesionalismo y dedicación en las obras públicas.

Este no es un caso aislado. Las chapucerías en obras públicas en Cuba se han vuelto un tema recurrente en las redes sociales, donde los usuarios critican la falta de cuidado y atención en las construcciones y renovaciones. Un reciente ejemplo es una imagen de una "alcantarilla en 3D" en Santa Clara, que generó un torrente de críticas al ser señalada como un peligro para la seguridad vial: "Se necesita un camión KP3 para pasar esa calle", ironizó un internauta en el perfil de Facebook Accidentes de Buses y Camiones.

Otro caso notable documentado por el arquitecto cubano Julio Herrera muestra una "obra de arte" arquitectónica en la capital: una parada de ómnibus con columnas de estilo corintio salomónico, ubicada en la calle 70 y 29. "Cuando yo como arquitecto creía haberlo visto todo, llega la parada estilo corintio salomónico", comentó Herrera, acompañando su publicación con imágenes de la curiosa estructura.

En 2020, la llamada "chapuza de la farola" se volvió viral cuando una farola fue colocada en medio de una obra de arte en la Fuente de la Juventud, en La Habana, provocando una oleada de burlas y descontento. Estos incidentes no solo reflejan la falta de profesionalismo en las obras públicas, sino también la falta de planificación y coordinación en los proyectos.

Estos episodios son claros ejemplos de la ineptitud y la incompetencia del régimen de Díaz-Canel. Cada nuevo episodio de chapucería es una prueba más de cómo el desgobierno cubano no puede garantizar ni siquiera los servicios básicos de infraestructura a su población. La falta de recursos, la corrupción y la mala gestión son evidentes en cada una de estas "obras".

La situación se agrava cuando se considera que estos proyectos, aunque aparentemente menores, afectan directamente la calidad de vida de los ciudadanos. Las infraestructuras mal hechas no solo son un desperdicio de recursos, sino que también pueden ser peligrosas. Las obras mal ejecutadas no solo provocan risa y burla, sino que también representan un riesgo real para la seguridad de las personas.

La serie de chapucerías en las obras públicas de Cuba es un reflejo claro de la incapacidad del régimen para gestionar el país de manera efectiva. Mientras los líderes del gobierno viven en condiciones mucho mejores, el pueblo cubano tiene que enfrentarse a infraestructuras deficientes y peligrosas. La burla y el descontento en las redes sociales son una muestra de la frustración de los ciudadanos ante un gobierno que parece incapaz de solucionar los problemas más básicos. Un grito a voces es la necesidad de un cambio radical en la gestión y administración del país, destacando que la verdadera solución no vendrá de parches improvisados, sino de una reestructuración profunda del sistema.

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