La reciente visita oficial de Miguel Díaz-Canel a Vietnam y China dejó más titulares por el atuendo de su esposa que por los resultados diplomáticos del viaje. Lis Cuesta Peraza, autodenominada “no primera dama”, volvió a estar en el centro del escrutinio público por lucir vestimenta y accesorios de altísimo costo, completamente alejados de la realidad económica del pueblo cubano.

Usuarios en redes sociales no tardaron en identificar cada prenda y accesorio que Cuesta lució en las imágenes publicadas desde su cuenta oficial. Un teléfono Samsung Galaxy Z Flip (valorado en unos 1,200 dólares), un reloj Cartier Ballon Bleu de más de 13,000 dólares, un vestido Boss Delaurena mini dress de 670 dólares y unos zapatos dorados de Gianvito Rossi valorados en 2,630 dólares fueron parte del “look diplomático” que eligió para la ocasión.

Aunque las prendas podrían parecer sobrias, su precio evidencia un estilo de vida completamente ajeno al llamado a la “resistencia con dignidad” que el propio Díaz-Canel promueve. El contraste con la realidad nacional —apagones, escasez de alimentos, salarios ínfimos— es tan brutal como indignante.

No es la primera vez que Lis Cuesta es blanco de críticas por sus costosos gustos. En el Congreso Pedagogía 2025, fue vista con un reloj Aigner de 549 euros. Su hijastro, Manuel Anido Cuesta, ha sido fotografiado con un portafolio Montblanc de 1,385 dólares y ropa de diseñador, incluyendo trajes de más de 3,000 dólares en Madrid junto a su ex pareja, la actriz Ana de Armas.

Tampoco Díaz-Canel se queda atrás: durante una visita a Moscú lució un Rolex GMT-Master II "Batman" (entre 14,000 y 18,000 euros) y una corbata Hermès de 285 dólares.

Estos detalles, lejos de ser triviales, refuerzan la narrativa de una élite desconectada del sufrimiento cotidiano. Mientras millones de cubanos sobreviven con menos de 10 dólares al mes, la familia gobernante parece vivir en una burbuja de lujo, viajando con relojes de cinco cifras y teléfonos plegables de última generación.

El mensaje es claro: para la cúpula del poder, la “resistencia creativa” no aplica... ¡Solo es para el pueblo!

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