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Un Papa, un mártir y una foto que incomoda al poder

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 10 de mayo de 2025

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La imagen difundida por Raquel Núñez Caro en su perfil no es simplemente una fotografía: es un testimonio silencioso de coraje, fe y compromiso.

En ella aparecen dos figuras que, desde caminos distintos, han encarnado el espíritu de la Doctrina Social de la Iglesia: el nuevo Papa León XIV y Harold Cepero Escalante, el joven cubano que murió en circunstancias oscuras junto a Oswaldo Payá Sardiñas, uno de los opositores más respetados internacionalmente.

El hecho de que Harold haya sido recibido en algún momento por el hoy Papa León XIV no es menor.

En una Cuba donde las voces disidentes son sistemáticamente silenciadas y perseguidas, ver a un joven opositor abrazado con un futuro pontífice nos recuerda que la verdad, aunque suprimida, encuentra siempre sus testigos.

No hay casualidades cuando se trata de encuentros como ese: hay señales.

Harold Cepero no solo fue un activista; fue un cristiano ejemplar, un joven cuya vida breve y luminosa brilló por su caridad, su humildad y su alegría. En una Iglesia cubana a menudo marcada por la prudencia y la autocensura frente al poder político, Harold encarnó el Evangelio vivo: defendió la dignidad del hombre, denunció la opresión y lo hizo desde la no violencia y la esperanza.

Su muerte, ocurrida en 2012 bajo un supuesto “accidente de tráfico”, ha estado desde entonces rodeada de sospechas. Testimonios y evidencias apuntan a la implicación del aparato represivo del Estado cubano.

El otro fallecido fue Oswaldo Payá, Premio Sájarov del Parlamento Europeo y líder del Movimiento Cristiano Liberación. Hasta el día de hoy, ni la familia ni la comunidad internacional han recibido una explicación creíble de lo ocurrido.

Que hoy un Papa, conocido por su compromiso con la justicia social y por su valentía en la denuncia profética, haya tenido un vínculo con Harold es una señal poderosa.

León XIV no parece estar de espaldas a la realidad cubana. Su saludo inicial —"la paz esté con ustedes"— no es una fórmula litúrgica vacía, sino una promesa: la paz de Cristo, que nace de la verdad y la justicia, y no de la sumisión ni del olvido.

Rezamos por su guía pastoral. Y por la memoria viva de Harold, que sigue alumbrando la esperanza de una Cuba libre.


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