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Lanzador cubano ayuda a la comunidad en medio de la crisis

Redacción de CubitaNOW ~ martes 23 de diciembre de 2025

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El lanzador cubano Raidel Martínez, reconocido por su rendimiento como uno de los cerradores más sólidos del béisbol profesional en Japón, protagonizó este fin de semana un momento distinto a los que suele regalar en el diamante. Esta vez no fue con una recta en el noveno inning, sino con un gesto de cercanía en Galafre, su comunidad natal del municipio San Juan y Martínez, en Pinar del Río.

Según se compartió en redes sociales, el relevista regresó a su tierra sin anuncios, sin despliegues mediáticos y sin la parafernalia que suele acompañar a las figuras públicas. No hubo alfombras, ni cámaras buscando la toma perfecta: hubo barrio, vecinos y un pelotero que decidió volver a mirar de frente el lugar donde empezó todo. En un país atravesado por carencias y dificultades, su presencia tomó un valor especial precisamente por la manera en que ocurrió: simple, directa y sin ruido.

Aunque la ayuda material formó parte del gesto, quienes estuvieron cerca de la visita resaltaron que lo más significativo fue otra cosa: la voluntad de no cortar el vínculo con sus raíces. En tiempos donde muchos se distancian por completo de su origen —por agenda, por comodidad o por miedo a la polémica—, Raidel optó por lo contrario: regresar, saludar, escuchar y acompañar.

Martínez, que hoy compite en la Liga Profesional Japonesa (NPB) y maneja un contrato millonario, ha construido una imagen de perfil bajo también fuera del terreno. Esa misma discreción parece marcar su manera de ayudar: sin convertirlo en espectáculo, sin venderlo como campaña y sin buscar aplauso fácil.

El gesto encaja en una práctica común entre atletas latinoamericanos de élite —peloteros, futbolistas, boxeadores o figuras de artes marciales— que, tras alcanzar el éxito, intentan devolver algo a las comunidades que los vieron crecer. En el caso de Raidel Martínez, la diferencia estuvo en el tono: coherente, silencioso y humano. Porque a veces, el impacto real no se mide en trofeos, sino en la capacidad de tender la mano sin hacer de eso un show.


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