La escalinata sin rebeldes, Silvio cantó a un público fabricado mientras borraban a los jóvenes del tarifazo
Redacción de CubitaNOW ~ lunes 22 de septiembre de 2025

Desde el perfil de Facebook de Manuel Viera llega una reflexión que resume la contradicción más brutal de la Cuba actual. Mientras el cantautor Silvio Rodríguez ofrecía un concierto en la escalinata de la Universidad de La Habana, bajo potentes reflectores y con plantas eléctricas de respaldo, el resto del país seguía sumido en apagones de hasta 23 horas.
Dentro del evento, todo funcionó a la perfección: luces, sonido impecable y un público escogido bajo estrictos controles de acceso. Incluso el propio Díaz-Canel y su esposa se dejaron ver disfrutando del espectáculo, rodeados de seguridad y cámaras para inmortalizar los momentos en selfies que circularon luego en la prensa oficial.
Afuera, la historia era otra: velas encendidas para que los estudiantes intentaran estudiar, mosquitos implacables para quienes no podían dormir sin corriente y la impotencia de un pueblo que se pregunta por qué la electricidad parece ser un privilegio político y no un derecho ciudadano.
Pero la música no fue lo único en esa noche cargada de simbolismos.
La represión estuvo presente. Jóvenes y ciudadanos comunes denunciaron el estricto control policial para poder entrar al concierto.
No se trataba de un evento abierto, sino de un espectáculo vigilado, diseñado para proyectar una imagen de normalidad.
Y la pregunta de Manuel Viera resuena con fuerza: ¿dónde estaban aquellos estudiantes que, en cientos de videos, vimos protestar contra el tarifazo de ETECSA en las universidades, a quienes supuestamente estaba dedicado este concierto?
¿De verdad Silvio Rodríguez cree que estaban allí, o se dejó engañar por la coreografía política que lo rodea? La escalinata de la Universidad de La Habana, símbolo histórico de rebeldía y pensamiento crítico, fue transformada por unas horas en escenario para un ritual oficialista, con el poder disfrutando del confort eléctrico mientras millones de cubanos padecen la oscuridad.
La contradicción es tan obscena que se explica sola: en Cuba, las plantas eléctricas se encienden para los conciertos políticos, mientras los apagones siguen devorando la vida diaria de la gente. La luz, como tantas otras cosas, se ha convertido en privilegio de unos pocos.