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Joven cubana se ofrece para tener sexo a cambio de comida en plena calle habanera(video)

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 18 de octubre de 2025

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En un vídeo difundido por el perfil CantaLo TV se puede observar cómo una joven cubana en la zona de la calle Águila, entre Montes y Maloja acepta relaciones sexuales a cambio de lo que se describe literalmente como “un pollo” y algo de dinero. Este intercambio, cargado de desesperación, expresa mucho más que un simple acuerdo: es el reflejo de una degradación humana impulsada por una crisis alimentaria y una situación económica insoportable.

La escena desnuda una realidad apesadumbrada: mujeres jóvenes que sienten que no les queda otra opción que ofrecer su cuerpo para poder comer. El “pollo” se convierte en símbolo, en metáfora de lo mínimo necesario para sobrevivir, mientras ellas arrastran el peso de la vulnerabilidad, de la ausencia de oportunidades y del desamparo social.

No es solo que la joven se “proponga” para sexo con un extranjero, es que la oferta de un alimento básico que en otros contextos sería banal adquiere valor de vida o muerte.

Este vídeo, aunque singular, se conecta con múltiples testimonios que relatan cómo mujeres cubanas jóvenes, ante la falta de trabajo formal, de ingresos fiables y ante una inflación galopante, deciden recurrir al trabajo sexual como método de supervivencia.

Uno de esos relatos, publicado por otro medio, habla de una chica que desde los 23 años empezó a “buscar dinero fácil” en zonas turísticas de La Habana, señalando que “la situación está complicada”.

La degradación humana a la que llega el ser humano cuando la dignidad se ve trastocada por el hambre, se observa con crudeza aquí: que alguien acepte poner su cuerpo a mercado por un pollo es una señal alarmante.

Señal de que las estructuras sociales y económicas han fallado.

De que las instituciones quizá no están presentes o no pueden responder. Y de que la crisis no es solo macroeconómica, sino personal, íntima, corporal.

Es importante también ver el contexto: una economía que no funciona, acceso limitado a alimentos, desabastecimiento, una juventud sin futuro cercano.

En ese escenario, la supervivencia toma formas que nunca quisiéramos normalizar. Y sin embargo: el vídeo nos obliga a mirar. A interrogar qué tipo de sociedad permite que una persona se encuentre en ese lugar. A preguntarnos cuál es el valor que asignamos a la dignidad humana cuando un cuerpo se convierte en moneda de cambio por un alimento.

La imagen es dura. Pero quizá hace falta dureza en la mirada para reconocer que detrás de esa transacción hay una persona, con su historia, sus temores, sus sueños rotos.

Y que el hambre, el hambre real, no solo consume estómagos: consume destinos, consume futuridades, consume humanidad.


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