Isly Adrián Césped de Milanés, un joven de 20 años, actor de teatro oriundo de la provincia de Granma, se pronunció públicamente contra el servicio militar obligatorio en Cuba, en un video que ha circulado ampliamente en redes sociales.

Según sus palabras, está siendo perseguido y amenazado con prisión por no presentarse al llamado militar.

En su intervención, Isly aseguró que su negativa no es un acto de rebeldía contra la patria, sino un reclamo por sus derechos como ciudadano:

“En ningún momento el Servicio Militar es obligatorio, para mi no. No voy a perder dos años de mi vida ahí, sin necesidad. No voy a enfermarme con nadie, no voy a estar metido en guerra… y me siento muy cubano”, afirmó.

El joven denunció además las condiciones extremas en las que los reclutas son obligados a servir, señalando la falta de recursos, alimentación insuficiente y trato humillante:

“Miles de personas, no hay ni recursos, no hay alimentación, se están muriendo miles de reclutas porque no los están atendiendo, los tienen como animales”, sostuvo.

Isly también expuso la dimensión personal de su rechazo, mencionando su responsabilidad familiar: cuida de su madre y de su hermanito, y depende de su trabajo y proyectos artísticos para sostenerlos.

Aseguró que sus aspiraciones profesionales y su desarrollo personal serían interrumpidos por el servicio militar, afectando su futuro:

“Soy quien ayuda a mi madre para todas las cosas… no voy a perder dos años de mi vida sin necesidad”.

El video refleja una tendencia creciente de jóvenes cubanos que rechazan ser utilizados por el Estado para fines militares o de control social, desafiando un sistema que legalmente impone la obligatoriedad del servicio.

La postura de Isly ha sido respaldada por numerosos usuarios en redes sociales, quienes celebran su valentía y coherencia ante un régimen que utiliza la presión y la amenaza para imponer la obediencia.

Este caso se suma a una serie de denuncias recientes sobre el reclutamiento forzoso y la militarización de la juventud en Cuba, evidenciando el conflicto entre derechos individuales y exigencias estatales.

La resistencia de jóvenes como Isly Adrián pone en evidencia un dilema ético y social que genera cada vez más debate dentro y fuera de la isla.

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