La tranquilidad del reparto Chicharrones, en Santiago de Cuba, se vio interrumpida esta noche cuando un incendio se desató en la calle 16, alcanzando un basurero y parte de la loma cubierta de árboles que colinda con varias viviendas.

El fuego, avivado por la acumulación de desechos y la sequía extrema que atraviesa la zona oriental del país, generó gran preocupación entre los residentes, quienes temieron que las llamas se extendieran rápidamente hasta sus hogares.

Vecinos alertaron de inmediato a las autoridades, y poco después, brigadas del Cuerpo de Bomberos llegaron al área y comenzaron las labores de extinción.

Según testigos, los efectivos aún trabajaban intensamente para sofocar el siniestro y evitar que alcanzara las casas más cercanas.

Los pobladores denunciaron que la acumulación de basura en la loma es un problema recurrente y que, pese a las quejas, no se toman medidas efectivas para erradicar el foco de peligro. “Mientras no limpien y mantengan estas áreas, esto puede volver a pasar y la próxima vez será peor”, advirtió un vecino afectado por el humo.

Este incendio no es un hecho aislado. En los últimos meses, el oriente cubano ha sido escenario de numerosos fuegos forestales y urbanos, provocados en gran parte por la negligencia en el manejo de desechos, las altas temperaturas y la falta de prevención.

En provincias como Holguín y Guantánamo se han reportado siniestros similares, que no solo ponen en riesgo viviendas, sino también áreas agrícolas y zonas boscosas vitales para la región.

La combinación de sequía, basura acumulada y ausencia de gestión estatal convierte a comunidades enteras en escenarios vulnerables.

Cada chispa, cada colilla mal apagada o cada quema descontrolada puede desencadenar tragedias de gran magnitud.

El fuego en Chicharrones deja al descubierto una realidad que se repite en muchos barrios del oriente cubano: el abandono en la recogida de desechos y el descuido de áreas verdes.

Mientras no exista un plan integral de prevención, los incendios seguirán siendo una amenaza latente que mantiene en vilo a la población.

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