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Falsa indignación y propaganda: así manipula la prensa cubana el caso de las estatuas de Fidel y el Che en México

Redacción de CubitaNOW ~ viernes 18 de julio de 2025

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Mientras el diario oficialista Granma intenta presentar como una "profunda indignación" nacional la retirada de las estatuas de Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara en Ciudad de México, lo cierto es que esa reacción se limita a un reducido grupo de activistas vinculados al régimen cubano. La narrativa del medio estatal es, una vez más, una estrategia de manipulación diseñada para proyectar apoyo internacional hacia dos de las figuras más represivas y cuestionadas de la historia de Cuba.

Las esculturas, que conformaban el conjunto monumental Encuentro, fueron retiradas por decisión de la alcaldesa de la Delegación Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, quien argumentó la falta de permisos para su colocación, además del rechazo creciente entre los ciudadanos de esa demarcación. Pero lo que los medios oficiales cubanos omiten es que la presencia de esas estatuas generaba más rechazo que admiración, y que su colocación desde un principio fue impulsada por mecanismos diplomáticos del gobierno cubano, no por voluntad popular.

El artículo publicado en Granma da voz únicamente a actores alineados con la agenda del régimen de La Habana: el embajador cubano en México, organizaciones como el Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba, y la Asociación de Cubanos Residentes en México "José Martí". Estos grupos, muchos de ellos creados o influenciados por la embajada cubana, actúan como extensiones del aparato ideológico del Partido Comunista de Cuba en territorio extranjero.

Los reclamos de estas entidades se presentan como si representaran el sentir de toda una nación. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de los mexicanos, especialmente en Ciudad de México, o son indiferentes a estas figuras o rechazan su glorificación en el espacio público, considerando el legado autoritario y violento que representan.

Fidel Castro fue el artífice de una dictadura que sometió al pueblo cubano durante más de seis décadas. Su proyecto de "Revolución" solo pudo sostenerse gracias al financiamiento masivo de la extinta Unión Soviética, y más tarde, de Venezuela. Tras el colapso soviético, el país quedó sumido en una crisis económica permanente y una deuda externa que sigue pesando sobre generaciones enteras de cubanos. Castro se mantuvo en el poder mediante la represión, la censura, el encarcelamiento de opositores y el exilio forzado de millones.

El Che Guevara, lejos de ser un romántico revolucionario, fue responsable de numerosos fusilamientos sin juicio justo y encabezó la creación de campos de trabajo forzado en Cuba. Aunque su imagen se ha convertido en un símbolo pop para algunos sectores desinformados, en Cuba es recordado por muchos como un ejecutor frío y fanático del comunismo más autoritario.

La reacción del oficialismo cubano ante la retirada de las estatuas no busca proteger la memoria histórica, sino aferrarse a una narrativa ficticia de heroísmo revolucionario. La colocación de estos monumentos y la fabricación de una supuesta “indignación” por su retirada no son más que maniobras cuidadosamente diseñadas por el aparato propagandístico cubano, con el objetivo de blanquear internacionalmente su imagen y mantener vivos sus mitos fundacionales.

Los verdaderos actos de dignidad y memoria no se sostienen en estatuas impuestas, sino en el respeto a la verdad histórica y en la denuncia de los abusos cometidos en nombre de ideologías que solo trajeron miseria y represión. La remoción de las figuras de Fidel y el Che en Ciudad de México es, más bien, un acto simbólico de justicia histórica. Y la “indignación” que tanto repite Granma, no es más que un eco hueco, amplificado desde La Habana con fines puramente propagandísticos.



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