Mientras la escasez de pan golpea a los hogares cubanos, un barco con 24 mil toneladas de trigo ha llegado al puerto de La Habana. Aunque el régimen intenta presentar esto como un alivio a la crisis alimentaria, la realidad es que los cubanos siguen padeciendo la peor escasez de productos básicos en décadas, obligando a muchas familias a enviar a sus hijos a la escuela sin desayunar.

En los últimos días, la ausencia de harina ha llevado al colapso de la producción de pan en varias provincias. La situación es especialmente grave en La Habana, donde las panaderías estatales han reducido drásticamente su producción. La falta de pan, que ya era racionado, ha generado largas colas y un aumento en el mercado negro, donde los revendedores ofrecen pequeñas cantidades a precios exorbitantes.

Ahora, la llegada de este barco con trigo no resuelve el problema estructural del desabastecimiento, sino que es otro intento del gobierno de contener el descontento popular sin ofrecer soluciones reales. Mientras los cubanos hacen malabares para encontrar alimentos, el Estado sigue dependiendo de importaciones intermitentes y culpando al "bloqueo" en lugar de asumir la responsabilidad de su ineficiencia.

El problema no es solo la falta de trigo o arroz, sino un sistema incapaz de garantizar una alimentación mínima para su pueblo. Mientras tanto, el gobierno cubano sigue priorizando inversiones en sectores estratégicos que benefician a la élite del poder, como el turismo, en lugar de resolver la crisis alimentaria que afecta a millones de ciudadanos.

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