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El teatro parlamentario cubano y el grito de un pueblo harto de farsas

Redacción de CubitaNOW ~ viernes 25 de julio de 2025

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Cesáreo Navas, intelectual del cine cubano, no detiene su andar en pos de decir la verdad. Esta vez se refiere a un sensible tema que a todos nos conmocionó: la "ausencia" de mendigos en Cuba, un tema que no se olvida porque día por día la mendicidad se apodera de las calles cubanas.

"Otra más, sí, otra más sobre ´los disfrazados de mendigos´ en Cuba. Pero no mendigos reales, sino aquellos que, cobijados bajo ropajes institucionales, simulan decencia mientras arrastran la dignidad del pueblo por el fango de la complicidad. Esta vez el escándalo parte de la intervención de la exministra de Trabajo y Seguridad Social, cuyas palabras —celebradas con aplausos por una Asamblea Nacional desconectada de la realidad— marcaron un nuevo capítulo en la larga serie de ofensas contra la ciudadanía cubana. La paciencia se agota, la complacencia desaparece, y la tolerancia de formar parte de estas farsas, aunque sea de manera involuntaria, ha llegado a su fin.

“Deben renunciar todos: la jefa de la comisión parlamentaria que la apoyó, el viceprimer ministro presente, los diputados que aplaudieron sin vergüenza alguna, el presidente de la FEU —que ya traicionó a sus compañeros universitarios durante el tarifazo de ETECSA—, el jefe de la Fragua Martiana —un ‘martiano mediocre’ que representa mal incluso la memoria que invoca.

"Todos forman parte de una maquinaria alejada de los valores de la valentía, el decoro, el honor y la honradez.

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"La indignación se vuelve clamor nacional. Porque lo que se ha visto, una vez más, es que el Parlamento cubano no funciona como un órgano de representación del pueblo, sino como un eco de la voluntad gubernamental, incapaz de debate real, de disenso genuino, de responsabilidad con la nación. No es sólo una ministra la que ha fallado. "Son todos aquellos que han convertido la Asamblea en una puesta en escena donde la unanimidad, esa falsa señal de estabilidad, se impone sobre cualquier posibilidad de justicia".

El mensaje de Cesario Navas, escrito en condiciones precarias —“contra todas las banderas”, como él dice, entre apagones y con una conexión fallida—, no es un chiste ni una exageración. Es un testimonio valiente y necesario. Y en su cierre irónico, que remeda la teatralidad de Esteban Lazo (“los que están de acuerdo o no, que levanten la mano: aprobado por unanimidad”), se resume el absurdo de un sistema que llama democracia a la sumisión colectiva.

“Lo positivo de esta jornada no fue el discurso de la ministra ni la actuación de los aplaudidores, sino la claridad con la que quedó al desnudo el verdadero rostro de nuestro sistema parlamentario: distorsionado, antidemocrático, y cada vez más alejado de las necesidades reales del pueblo.”

El país necesita que los que aplauden sin pensar, los que se esconden tras cargos y símbolos, den un paso al costado. Porque si algo quedó claro, es que Cuba no puede seguir siendo rehén de esta pantomima institucional.




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