El guarapo cubano: entre la tradición y la escasez, una bebida que resiste el paso del tiempo
Redacción de CubitaNOW ~ martes 14 de octubre de 2025

En su forma más tradicional, el guarapo se obtiene moliendo la caña de azúcar en un trapiche para extraer un jugo que debe beberse de inmediato, preferiblemente servido sobre hielo. Esa inmediatez es esencial: con el paso del tiempo, el líquido se oscurece, cambia de sabor y puede fermentar, perdiendo su esencia natural. Esta característica hace que el guarapo sea difícil de industrializar, ya que su frescura no soporta largos periodos de transporte ni conservación sin alterarse.
Durante décadas, las guaraperas —pequeños puestos donde se muele la caña al instante— fueron parte inseparable del paisaje cubano, especialmente en carreteras y pueblos del interior, donde viajeros y lugareños se detenían a refrescarse con un vaso recién exprimido.
Más allá de su sabor dulce y refrescante, el guarapo es una joya nutricional: contiene glucosa, potasio, calcio y antioxidantes, lo que lo convierte en una fuente natural de energía y un aliado para la hidratación en climas cálidos. Además, su bajo índice glucémico favorece una absorción más lenta del azúcar, evitando picos bruscos de glucosa, por lo que es una alternativa más saludable que los refrescos industriales o las bebidas con azúcares refinados.
A este cóctel de beneficios se le atribuyen también propiedades diuréticas y desintoxicantes, gracias a su efecto positivo sobre riñones e hígado. Su contenido de vitaminas y compuestos fenólicos fortalece el sistema inmunológico y ayuda a combatir infecciones, lo que le ha ganado fama como revitalizante natural, capaz de reponer fuerzas tras el trabajo bajo el sol o una jornada agotadora.
Sin embargo, el guarapo también enfrenta tiempos difíciles. Las guaraperas —que antaño abundaban en cada esquina— han ido desapareciendo. Hoy sobreviven pocas, afectadas por el encarecimiento de los insumos, la escasez de caña y el deterioro del sector azucarero, que ha visto cerrar numerosos centrales y reducirse las áreas de cultivo.
Los precios son otro reflejo de la crisis. Lo que antes costaba 2 CUP, hoy puede alcanzar entre 20 CUP por vaso y hasta 180 CUP por botella, dependiendo del lugar y de si se agregan extras como limón o hielo. A la menor oferta se suma una alta demanda, lo que ha hecho del guarapo un producto cada vez más escaso.
En muchos barrios, los vecinos aseguran que ya no hay guaraperas cercanas y deben acudir a ferias agrícolas donde se muele caña traída desde otras zonas. Aun así, cuando una guarapera ambulante aparece, las colas son inmediatas, testimonio del cariño que la bebida mantiene en la memoria colectiva.
Para muchos cubanos, el guarapo no es solo una bebida, sino un recuerdo de infancia y trabajo, el olor del trapiche y el sonido del molino al borde del camino. Es parte de la identidad popular, un símbolo de lo sencillo y lo compartido.
Conservar esta tradición, sin embargo, requiere materia prima, mantenimiento de los trapiches y una logística de transporte eficiente, recursos que hoy escasean.
A pesar de ello, cada vaso de guarapo exprimido en una guarapera es un acto de resistencia cultural, un gesto que mantiene viva una costumbre que desafía el olvido. En tiempos de escasez, el guarapo cubano sigue siendo dulce testimonio de la perseverancia y el ingenio de un pueblo que se niega a renunciar a sus sabores más auténticos.