El mercado informal de divisas en Cuba amanece este 25 de septiembre con una nueva sacudida: el dólar y el euro alcanzan cifras récord, dejando en evidencia la profunda crisis monetaria y la impotencia de los cubanos ante una economía que se desmorona día a día.

A las 7:00 de la mañana, el dólar estadounidense escaló hasta los 430 CUP, marcando su tercer día consecutivo de alza.

El euro no se queda detrás y rompe la barrera de los 486 CUP, consolidándose como la divisa más cara en la historia reciente del país. Incluso la Moneda Libremente Convertible (MLC), que muchos daban por muerta, repunta hasta 210 CUP, mostrando que aún conserva valor en medio de la tormenta financiera.

La tendencia es clara: en tan solo 25 días de septiembre, el dólar ha subido 20 pesos y el euro 26. Una escalada que impacta de lleno en la vida diaria de millones de familias cubanas, cuyos ingresos se ven pulverizados por la inflación.

El contraste es brutal. El gobierno anunció que el salario medio mensual en Cuba alcanzó 6,649 CUP durante el primer semestre de 2025, un supuesto “logro económico”. Pero al cambiarlo según la tasa real del mercado, ese ingreso equivale a apenas 16 dólares al mes. Es decir, lo que muchos trabajadores ganan en 30 días apenas cubre una compra mínima de alimentos o un par de productos básicos en el mercado negro.

En las calles, la indignación se palpa. “¿De qué me sirve que suba el salario si todo está en dólares y euros?”, comenta un habanero que se queja de que el arroz, el aceite y la leche desaparecen de las bodegas, obligando a la población a comprar en divisas.

Mientras tanto, el régimen guarda silencio sobre las reformas prometidas para el mercado cambiario oficial. En julio, Manuel Marrero aseguró que se aplicarían antes de fin de año, pero septiembre casi termina y no hay novedades.

La realidad es que cada billete extranjero se convierte en un tesoro. Para los cubanos, la lucha diaria ya no es solo contra los apagones y el desabastecimiento, sino contra una moneda nacional que pierde valor a una velocidad imparable.

En Cuba, la ecuación es sencilla y dolorosa: el peso se devalúa, las divisas se disparan y la esperanza de la gente se esfuma.

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