La represión en Cuba no conoce límites. Esta vez, el golpe apunta directo al corazón de una de las instituciones más antiguas y respetadas del país: la Masonería. Fuentes internas confirman que agentes de la Seguridad del Estado están allanando sedes, citando a interrogatorios y arrestando a hermanos masones en varias provincias. El objetivo es claro: imponer control político antes del 25 de octubre, fecha en la que la Alta Cámara Masónica elegirá a su nuevo Gran Maestro.

El régimen pretende colocar a un dirigente “leal” al Partido, repitiendo el guión de figuras señaladas por traicionar los principios fundacionales de la fraternidad. En palabras de un masón camagüeyano, esto no es solo persecución, es un intento por domesticar una hermandad que aún defiende la libertad de pensamiento.

En La Habana, Santiago y Holguín los interrogatorios se multiplican. En Pinar del Río y Granma hay vigilancia permanente sobre reuniones discretas. En Villa Clara y Cienfuegos, las familias de los masones enfrentan presiones económicas y amenazas. El caso más reciente estremeció a Camagüey: un miembro activo de la logia fue detenido por manifestar su oposición a la facción conocida como “Filema”, aliada del oficialismo.

Todo apunta a que el gobierno busca desmoralizar a los masones libres y eliminar cualquier voz disidente dentro de la orden.

“Si el 25 no triunfa la luz, la hermandad estará en manos del comunismo”, advirtió un antiguo Caballero de la Luz, recordando que los masones fueron protagonistas de las luchas por la independencia cubana, junto a próceres como Agramonte, Céspedes y Martí. Hoy, más de un siglo después, los herederos de esa tradición enfrentan la misma sombra: la persecución ideológica.

Del perfil de Lara Crofs

Los comentarios en redes reflejan la indignación del pueblo. Muchos aseguran que los masones deben recuperar su dignidad y no permitir que entren agentes del régimen. Otros advierten que si se dejan infiltrar, la masonería morirá, y hay quienes ya hablan de volver al clandestinaje, como en los tiempos más oscuros.

En un país donde pensar distinto es delito, ni siquiera las fraternidades escaparon del control totalitario. Pero si algo ha demostrado la historia cubana es que la luz no se apaga, aunque el poder intente cubrirla con su sombra.

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