La agobiante situación energética que vive Cuba ha alcanzado un punto crítico. Este sábado 29 de junio marcó un hito negativo en la historia reciente del país, con un déficit eléctrico sin precedentes de 1,936 megavatios (MW), que se convirtió en la peor jornada del año.

Durante el horario de máxima demanda, a las 9:40 p.m., millones de cubanos quedaron completamente a oscuras. La desesperación se apodera del pueblo, que ya no soporta más apagones, más incertidumbre ni más excusas oficiales.

El parte de la Unión Eléctrica (UNE) confirmó que el apagón se extendió durante las 24 horas del sábado y continuó afectando a la Isla durante la madrugada del domingo. A las 7:00 a.m., la disponibilidad eléctrica era de apenas 1,625 MW, frente a una demanda nacional de 3,100 MW. El déficit, por tanto, era brutal: 1,467 MW, y las proyecciones para el resto del día eran aún peores, con afectaciones estimadas de hasta 1,753 MW.

El panorama técnico es desolador. Cuatro unidades generadoras fundamentales están fuera de servicio por averías (entre ellas Mariel, Nuevitas y Felton), y otras tres están en mantenimiento sin fecha concreta de regreso.

A esto se suman 356 MW fuera de servicio por limitaciones térmicas. “No se puede más”, se escucha en cada esquina del país, donde la vida cotidiana se ha vuelto una lucha constante contra la oscuridad, el calor y la impotencia.

"Cuba está caminando hacia un colapso energético total", advierten especialistas. La falta de combustible sigue paralizando 111 centrales de generación distribuida, lo que representa 860 MW perdidos, además de 31 MW más por escasez de lubricantes. La suma es demoledora: 891 MW inactivos solo por falta de recursos.

Como única medida paliativa, la UNE anunció la entrada de algunas unidades menores que podrían aportar unos 292 MW adicionales, pero eso no alcanza para cubrir ni una cuarta parte del déficit.

Los 18 parques solares del país, aunque generan 1,775 MWh, siguen siendo apenas un parche frente a una crisis estructural de raíz térmica y financiera.

Mientras tanto, la dictadura permanece inmóvil, incapaz de ofrecer soluciones reales a un pueblo exhausto. Los cubanos sobreviven como pueden, entre velas, improvisaciones y una rabia contenida que crece con cada noche sin luz. La Isla está más que apagada... ¡está al borde del colapso!

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